1. Lo primero es lo primero, tenemos que abordar el sarpullido. Ese que sus barbas nos dejan en la cara para que, por mucho que un beso descarado cuando salimos con nuestros compañeros suene genial, sea imposible porque volvemos con cara de El Guasón. Tapa = soplado.

2. ¿Quién iba a decir que había tantos productos de aseo? Cera, champú, anti-frizz, acondicionador, peines, maquinillas de afeitar húmedas, maquinillas de afeitar secas y… espera… lubricante para barba. Porque un deslizamiento suave es absolutamente esencial.

3. Debes inclinarte ante su capacidad «divina». Porque, aunque la mayoría de las chicas hemos sido capaces de hacer crecer y mantener centímetros y centímetros de pelo en la cabeza por nosotras mismas durante años, nada es tan impresionante ni merece más instantáneas en la calle que la capacidad de dejarse crecer la barba. All hail.

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4. Y comentan su regalo con sus compañeros. Sabemos que a los chicos les aburre que hablemos de zapatos y ropa, pero la angustia de afeitarse una línea perfectamente recta desde el borde de la boca hasta la barbilla… ¿en serio?

5. Puedes esperar estar en la caseta del perro si no te das cuenta del más pequeño de los retoques de la barba. Puede que te hayas cortado diez centímetros y te hayas hecho un balayage la semana pasada sin que él se entere, pero si no mencionas su nuevo afeitado, ¡oh, Dios!

6. Cuando llegue otra fase de «crecimiento», te montas en ella. Porque ocurre cada pocos meses y ya te has acostumbrado a la rutina.

7. Hablando de crecer, no soportas que su bigote se deslice por encima del labio superior. Y se agrava aún más cuando lo juguetea con el labio inferior. Se parece a este tipo…

12 luchas eternas de salir con un chico con cara de goma de barba

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8. Tiene comida. Siempre. En todas las comidas. Sin falta.

9. La acaricia como si tuviera un león en la cara. ‘Buena barba, barba todopoderosa. Somos el rey de la selva de la cara.’

10. Estás acostumbrado a la masacre que supone su afeitado. Los diminutos pelos negros hacen que su lavabo parezca invadido por las hormigas. Y no lo limpia enseguida porque ha venido a enseñarte su nuevo/exacto afeitado inmediatamente.

11. Ya sabes lo que pasa cuando se corta con la maquinilla de afeitar. Es la única vez que NO mencionas la barba y la única vez que es aceptable que se pegue papel higiénico en la cara.

12. No puedes evitar admitir que en realidad te encanta. Parece joven sin ella y bastante sexy con ella, lo que hace que todo lo anterior valga completamente la pena… incluso el lubricante para la barba.

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