• enInspiración, Superación personalpor Jacqueline

Si todas las personas comprenden los límites y respetan los temperamentos de los demás, las verdaderas amistades durarán.

Las amistades pueden dar experiencias gratificantes y durar toda la vida. No creo que todo el mundo merezca ser llamado amigo.

Los verdaderos amigos NO controlan, ni manipulan, ni calumnian, ni tienen dos caras hacia ti. Demuestran buenos aspectos de amor y cuidado.

Estas virtudes son significativas y necesarias para la vida vital y tu vida. Por lo tanto, los verdaderos amigos te permiten la libertad de ser «tú».

Una amistad demuestra una reciprocidad que acepta los posibles errores humanos y te permite crecer a partir de ellos.

Esta afirmación no sugiere que TODOS los errores sean «ignorables». Algunas faltas traerán separaciones y rupturas.

En tales casos, el que tiene la culpa debe admitir su error y absorber las heridas del ofendido. Al mismo tiempo, algunos amigos son necesitados y codependientes.

Si no tienes cuidado, te drenarán y chuparán la vida. Te asfixiarán. En realidad, este tipo de amistad no es saludable.

Aquí tienes 14 señales de que es hora de dejar a los amigos que:

  1. Dominan tu espacio y tu tiempo
  2. Sólo te llaman cuando quieren hablar
  3. Se enfadan porque sales con otros
  4. No son equilibrados ni responden
  5. Cotillean sobre tus asuntos
  6. Escuchan tus asuntos, pero no comparten los suyos
  7. Pueden darte consejos, pero no aceptan los tuyos
  8. Abusan de ti y son mandones
  9. Son unos pretenciosos
  10. Te ocultan información intencionadamente
  11. Te mantienen en una montaña rusa emocional
  12. Te agreden verbalmente
  13. Son unos oportunistas
  14. Te excluyen

Los anteriormentemencionados merecen que te alejes gradualmente de ellos porque estos comportamientos tienen suficiente poder para (1) distraerte de las cosas importantes, (2) ser emocional y mentalmente agotadores, y (3) pueden afectar negativamente a tu carácter.

A veces las acciones de otros te atraen hacia formas y prácticas que no son las tuyas.

Así, te encontrarás hablando y respondiendo de maneras que no son tu norma. No merece la pena perder la luz interior.

Superar las amistades es posible.

¿Alguna vez has tenido esos amigos de la infancia o del instituto con los que lo hacías todo? Os conocíais los secretos de los novios o aquella vez que se suponía que estabais en la biblioteca pero mentisteis para ir al cine?

En aquella época, era genial, ¿verdad? Las risas, las lágrimas, las compras, etc mostraban el mejor mundo. Luego, cuando creciste, puede que dejaras de llamar y salir tanto.

Quizás te mudaste a otra zona que provocó menos interacciones o conociste a gente nueva.

La vida pasa y a medida que te haces mayor, las relaciones y amistades cambian. No hay razón para sentirse mal si llega un cambio.

Si sientes la necesidad de llamar aunque sea para cerrar, también está bien. Te sugiero que estés preparado de cualquier manera para una conversación o si la(s) persona(s) no quiere(n) hablar.

Algunas personas están bien con una amistad que se disipa y están abiertas a la conversación. Otros pueden no manejar las cosas muy bien. Estos tipos suelen preferir espacio y tiempo para sanar.

Ninguna de estas acciones es negativa. Más bien, demuestra un proceso, un progreso y una madurez. Te das cuenta de lo que funciona y lo que ya no funciona mejor para ti.

Los psicólogos afirman que «a medida que adquieres un sentido más fuerte de ti mismo, lo que solía importar ya no lo hace, y estamos obligados a superar determinadas amistades».

No es necesario sentirse culpable. La verdad es que esas asociaciones ya no te «alimentan» como antes, y estás más en contacto con tu «yo más auténtico».

Las verdaderas amistades nos nutren y sostienen.

Llevan a todos los participantes a lugares de seguridad y vulnerabilidad. Por supuesto, lleva tiempo y esfuerzo llegar a la apertura porque las personas traen heridas y ofensas del pasado a las nuevas amistades o relaciones.

Un pequeño malentendido puede desencadenar desencadenantes, que pueden hacer que ambos se retiren. La mayoría de las veces, «los sentimientos que despiertan los amigos cercanos suelen ser el eco de cuestiones no resueltas de su infancia, como la rivalidad entre hermanos o el miedo al abandono», dicen los expertos.

Estos sentimientos no tienen nada que ver contigo. Estas emociones y desencadenantes son cosa suya. Después de esas reacciones, está bien tener reservas y aprensiones.

Las cosas de ellos determinan si saldrán o no, si seguirán llamando, enviando mensajes de texto o invitando a lugares públicos.

Inmediatamente crean patrones, y los patrones se convierten en normas en la amistad. Cuando su vida encuentra cambios y tiene inconsistencias, automáticamente sabe y siente que algo no está del todo bien.

No juzgue su falta de enseñanza y exposición a lo que se supone que son las amistades significativas.

Continúe siendo usted y honesto. Conoce lo que puedes manejar y tolerar frente a lo que no puedes. Si eres del tipo comprensivo, sigue siendo así.

Los verdaderos amigos entienden cuando estás enfadado, herido, tonto, serio; comprenden tus múltiples capas. Al mismo tiempo, las amistades sanas entran en una conexión sagrada que está más allá de la comprensión de la mente.

Conclusión

En esencia, las amistades deben tener Equilibrio. Temporadas de largas charlas y de estar en silencio. Periodos de lágrimas y de risas. Tiempos de desacuerdo y de acuerdos.

Las amistades sagradas y genuinas son sanas, significativas y esenciales. Te ayudan a convertirte en un mejor yo.

Si experimentas algún tipo de ansiedad por la pérdida de amistades, hay muchas formas de afrontarlo. Un consejo para sobrellevarlo es considerar la posibilidad de escribir un diario sobre tus penas.

Es tu diario. Nadie tiene derecho a leerlo. Es tu límite y la gente debería respetarlo. Lo bonito de llevar un diario es que nadie puede juzgarte ni decir que tus sentimientos no son válidos.

Por último, si no eres eficaz, ni estás más desarrollado y has estado soportando alguno de los rasgos adversos anteriores, seguramente es el momento de dejarlo ir.

¡Compartir es cuidar!

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