Forster Forest/
Fuente: Forster Forest/

En una entrada anterior del blog, ofrecí cuatro consejos para detectar a las personas que se sienten inseguras. Ahora es el momento de ofrecer consejos sobre cómo ayudarlas.

Las personas inseguras en nuestra vida pueden hacer la vida difícil a los demás, pero su inseguridad hace que su vida sea mucho peor para ellos mismos. En las relaciones, necesitan constantemente que se les asegure que se les quiere. En el trabajo, necesitan parecer más competentes y hábiles que los demás, por lo que pueden pasar por encima de sus compañeros para demostrarlo. Incluso sus hijos pueden sufrir porque la persona insegura necesita que superen a sus compañeros de clase, a sus compañeros de equipo y a los otros niños que toman clases de música, baile o patinaje.

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Los mismos factores que llevan a las personas a sentirse inferiores proporcionan las pistas sobre la mejor manera de manejarlos. Sin embargo, el primer paso, como en tantos problemas de relación, es que te detengas a pensar en cómo te hacen sentir esas personas. Muy a menudo, te harán ponerte a la defensiva en respuesta a su actitud de superioridad. Puedes enfadarte y querer arremeter contra ellos. Si no sólo están plagados de inseguridad, sino que además son algo narcisistas (lo cual no es una contradicción), pueden llegar a irritarte con sus aparentes intentos de engrandecimiento. Sin embargo, una vez que reconozcas el origen de su inseguridad, podrás superar estas reacciones y pasar a ayudarles.

El concepto de inseguridad tiene una larga historia en psicología, que se remonta al trabajo de Alfred Adler. Adler hizo hincapié en el «afán de superioridad» de las personas con «complejos de inferioridad» (sus términos). Para él, éste era el quid de la personalidad neurótica, y creía que tenía sus raíces en la primera infancia. La teoría de los estilos de apego de los adultos propone también que la inseguridad proviene de las experiencias más tempranas que tenemos, y que quienes tienen un apego «inseguro» sienten que serán abandonados o descuidados por sus cuidadores. Desde ambos puntos de vista teóricos, la forma de ayudar a alguien a superar los sentimientos de inferioridad es corregir esas experiencias tempranas.

Un intrigante estudio realizado por un equipo de psicoanalistas noruegos (Håvås, et al., 2015) abordó esta cuestión desde el punto de vista de cómo los terapeutas pueden aliviar mejor la inseguridad del apego en quienes buscan ayuda. En su estudio, el equipo pidió a los calificadores que evaluaran las transcripciones de la terapia de 40 sesiones. Los participantes evaluaron el grado de sintonía de los terapeutas con el afecto que expresaban los clientes con trastornos de la personalidad (y el apego inseguro). Las calificaciones se basaron en la Escala de Sintonía Afectiva (AAS), una medida que evalúa la capacidad de respuesta verbal y no verbal de un terapeuta a las expresiones verbales del cliente.

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Algo sorprendente es que no fue lo que los terapeutas dijeron lo que ayudó a aliviar el apego inseguro, sino cómo lo dijeron. En otras palabras, la sintonía no verbal fue mucho más poderosa que la verbal a la hora de promover los resultados positivos de la terapia.

Al traducir estos hallazgos para ayudar a mejorar sus relaciones con las personas que se sienten inseguras, podemos observar los ítems del AAS para ver cuáles tuvieron el máximo impacto. A partir de ellos, queda claro qué pasos puede dar para reducir la inseguridad que hace tan difícil trabajar o estar en una relación con personas plagadas de estos preocupantes sentimientos:

1. Esté abierto a la experiencia subjetiva de la otra persona y téngala en cuenta.

Esto requiere que permita que las personas expresen sus sentimientos sin interrumpirlas, aunque a usted le resulte difícil callar. Las personas inseguras pueden atacarte o hacerte dudar de tus propias capacidades, pero el afecto detrás de sus ataques puede ser la ansiedad y no la ira. Permitir que las personas expresen sus sentimientos sin interrupción demostrará que estás en sintonía con su estado emocional. Escuche con atención, demuestre que está interesado y permita que su voz exprese su compasión.

2. Intente igualar el estado afectivo de la otra persona.

Hablar de forma brusca, en voz alta o demasiado rápido cuando un compañero no lo está comunicará que no está sincronizado con él. En el mejor de los casos, estar en sintonía afectiva con los demás implica que resuenes con sus propios sentimientos. No tienes que desanimarte o enfadarte si ellos lo están, pero puedes igualar el nivel de excitación que están exhibiendo.

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3. Elige palabras que sean coherentes con mostrar que estás en sintonía con la otra persona.

Aunque el apaciguamiento verbal no fue tan efectivo en el análisis estadístico como el no verbal, por supuesto que nos comunicamos con palabras y por eso debemos elegirlas con cuidado. Puedes mostrar esta sensibilidad reconociendo los sentimientos que expresa el discurso de la otra persona y no impugnando su exactitud (aunque se equivoque). Por ejemplo, tu pareja puede quejarse de que no demuestras tu amor con suficiente frecuencia. No te defiendas afirmando que sí quieres a tu pareja. Reconocer que así es como se siente su pareja será mucho más eficaz que intentar rebatir la afirmación.

4. Utilice el lenguaje corporal para reforzar su sensibilidad hacia los sentimientos de la otra persona.

El equipo de Håvås analizó sólo los datos de audio de las sesiones de terapia, por lo que su estudio no habría podido informar sobre el comportamiento físico de los terapeutas. Sin embargo, podemos extrapolar la idea de «sintonía» en el ámbito de la expresión vocal a la sintonía corporal. La sensibilidad al afecto de otra persona puede provenir del reflejo de su postura (inclinarse hacia delante o hacia atrás, por ejemplo) a otros gestos como los movimientos de las manos, la inclinación de la cabeza y el contacto visual. Sin embargo, la clave está en reflejar, no en adoptar una postura para comunicar un mensaje concreto. Tome nota de la forma en que la otra persona se presenta antes de adoptar una posición corporal concreta.

Ayudar a las personas inseguras que le importan, con las que trabaja o con las que se relaciona habitualmente puede producir un cambio positivo a largo plazo. Hará su vida mucho más agradable cuando las personas con las que se relaciona se sientan menos inseguras, y también ayudará a beneficiar su propia realización a largo plazo.

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