Neumonía
por Jane McCredie
La neumonía puede ser una afección que pone en peligro la vida, pero hay tratamientos disponibles y formas de prevenir la enfermedad.
Publicado el 03/08/2011
- ¿Qué causa la neumonía?
- Reconocimiento de la neumonía
- Prevención mejor que cura
- Más información
Estás superando un fuerte resfriado cuando de repente empiezas a sentirte mucho peor: toses, te falta el aire, tienes un poco de fiebre y, en general, te encuentras mal.
Puede ser tentador seguir adelante, desestimando los síntomas como si se tratara de otro ataque de gripe, pero merece la pena acudir al médico para asegurarse de que no ha contraído una neumonía.
Esta enfermedad pulmonar inflamatoria suele producirse después de una infección respiratoria y puede afectar a personas de todas las edades, aunque es más frecuente en los ancianos y los niños pequeños.
En algunas personas, la neumonía puede ser una afección leve que requiere poco tratamiento más allá del reposo, mientras que en otras puede poner en peligro la vida.
En los casos más graves, cuanto antes se aplique el tratamiento, más probabilidades habrá de que sea eficaz, por lo que es importante acudir al médico con prontitud.
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¿Qué causa la neumonía?
La neumonía es una enfermedad inflamatoria de los pulmones que está causada por la infección de uno de varios microorganismos, en particular bacterias.
A menudo se produce tras un resfriado o una gripe que ha permitido que la infección entre en los pulmones.
La causa más común de la enfermedad es la bacteria Streptococcus pneumoniae (también conocida como neumococo). Existe una vacuna que protege contra la infección por este germen (véase Prevención).
Las otras muchas bacterias que pueden causar neumonía son el Staphylococcus aureus (estafilococo dorado), el Haemophilus influenzae y el Streptococcus pyogenes (estreptococo del grupo A).
Las formas bacterianas de la enfermedad pueden tratarse con antibióticos, aunque lamentablemente muchos de los organismos culpables se están volviendo resistentes a estos fármacos de uso generalizado.
Otros bichos, como los virus, los hongos y los parásitos, también pueden causar neumonía.
La neumonía causada por el virus de la gripe puede ser especialmente grave, sobre todo en las personas mayores y en las que padecen afecciones cardíacas o pulmonares crónicas.
Más raramente, la neumonía puede producirse como resultado de otras infecciones diversas, como la legionelosis e incluso el herpes.
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Reconociendo la neumonía
La aparición de la neumonía puede parecer un poco como un resfriado o una gripe, por lo que puede ser fácil pasar por alto esta afección potencialmente grave. Los síntomas pueden aparecer repentinamente o de forma más gradual.
Los primeros signos suelen ser tos y fiebre, pero otros síntomas pueden ser:
- Dificultad para respirar o falta de aire
- Dolor de pecho que fluctúa con la respiración
- Dolor de cabeza o muscular
- Coloración azul de la piel alrededor de la boca (cianosis) causada por la falta de oxígeno
- Pérdida de apetito, fatiga o sensación general de malestar
Es importante acudir al médico rápidamente si se sospecha de una neumonía, ya que la enfermedad puede ser grave e incluso poner en peligro la vida y es más probable que el tratamiento temprano sea eficaz.
Debe acudir al médico si tiene tos persistente, dificultad para respirar, dolor en el pecho y fiebre o si empieza a sentirse peor después de un resfriado o una gripe.
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Una serie de tratamientos
Si su médico le diagnostica neumonía, el tratamiento recomendado variará en función de su edad y del tipo y la gravedad de su enfermedad.
Su médico puede recomendar una radiografía de tórax para evaluar la gravedad de la enfermedad.
Un caso leve de neumonía en una persona por lo demás sana puede no requerir un tratamiento activo, aunque siempre debe acudir a su médico para asegurarse. Beber suficientes líquidos y descansar (sentado en lugar de tumbado) puede ser suficiente para que su sistema inmunitario se ocupe de mejorarle.
Su médico puede sugerirle medicamentos que reduzcan el dolor o la fiebre para aliviar los síntomas.
Si se puede identificar la causa de la neumonía, esto influirá en las decisiones posteriores sobre el tratamiento, aunque en muchos casos no es posible establecer con certeza el organismo responsable.
Si es probable que la neumonía haya sido causada por una infección bacteriana, el médico puede recetar antibióticos, aunque muchas bacterias se están volviendo resistentes a estos medicamentos que salvan vidas.
En el caso de la neumonía resultante de una infección vírica, el médico puede considerar la posibilidad de recetar medicamentos antivirales. Es más probable que sean eficaces si se toman poco después de que aparezcan los primeros síntomas.
En los casos graves, puede ser necesaria la hospitalización, especialmente en pacientes que tienen otros problemas de salud graves, como afecciones cardíacas o pulmonares crónicas o cuyo sistema inmunitario no funciona correctamente.
Los pacientes que no responden al tratamiento con antibióticos también pueden necesitar ingreso hospitalario.
Con el tratamiento, la mayoría de las personas se recuperan de la neumonía en un plazo de entre una semana y 10 días.
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Mejor prevenir que curar
A medida que un número cada vez mayor de las bacterias que pueden causar neumonía desarrollan resistencia a los antibióticos, la prevención es más importante que nunca.
La mejor manera de prevenir esta enfermedad potencialmente mortal es protegerse a sí mismo y a quienes le rodean de las infecciones respiratorias en general.
Las mejores estrategias son evitar la exposición a la infección y practicar una buena higiene de las manos, especialmente cuando usted o los que le rodean tienen una infección.
La prevención es especialmente importante para las personas que tienen un mayor riesgo de sufrir complicaciones derivadas de la neumonía, como los niños pequeños, los ancianos, las personas con enfermedades crónicas y cualquier persona cuyo sistema inmunitario no funcione plenamente.
Existe una vacuna contra la infección más común detrás de la neumonía, la enfermedad neumocócica, que representa aproximadamente entre el 20 y el 60% de los casos adquiridos en la comunidad en adultos.
La vacuna neumocócica se recomienda como parte de la inmunización rutinaria en bebés y ancianos.
Una vacuna anual contra la gripe también le ayudará a protegerse de la neumonía causada por el virus de la gripe, que puede ser especialmente grave.
La inmunización se recomienda especialmente a las personas con mayor riesgo de contraer neumonía o de sufrir complicaciones si la contraen. Esto incluye a las personas con enfermedades crónicas y a las que están inmunodeprimidas.
Este artículo ha sido revisado por el Dr. John Upham en nombre de la Fundación Australiana del Pulmón.