Cultura preincaica (600 a.C. – 200 a.C.) establecida en la península de Paracas, influyendo en la zona que hoy se conoce como el departamento de Ica.

Caracterizada por sus grandes necrópolis subterráneas donde se conservaban los cuerpos como momias envueltas en lujosos paños y mantos, formando fardos cónicos que se conservaban en excelentes condiciones por las características de las arenas de la zona, y trepanaciones craneales. En su primera etapa las momias se ubicaban en tumbas colectivas, excavadas en forma de cavernas. En su segunda etapa las momias se enterraban directamente en la tierra.

Sus conocimientos de medicina eran avanzados, tal y como demostraron, los restos de operaciones quirúrgicas al cerebro (trepanaciones craneales) con la supervivencia de los pacientes. Esta gente solía deformar sus cráneos en vida, dándoles una «cabeza alargada».

Su arte textil es considerado como el mejor de todas las culturas antiguas. Usaban lana de vicuña o algodón; armoniosos y con muchos colores, diseños de animales, antropomorfos y geométricos, algunos incluían plumas.

Su cerámica no alcanzó un desarrollo notable. La cerámica de Paracas, influenciada por la cultura Chavín, incluía formas simples, con muchos colores e ilustraciones, así como dibujos que son similares a los de la cultura Nazca. Las botellas de doble pico unidas con un puente de asas; uno de estos picos fue sustituido a veces por formas de cabezas de aves, con forma de animales o antropomorfas y el cuerpo pintado en la botella. También destacaban sus platos, tazas y botellas de un solo cuello. Su cerámica era elaborada sin moldeo y cocida en hornos cerrados.

Su actividad económica se basaba en la agricultura y la pesca; la actividad agraria contaba con el manejo inteligente de las aguas (acueductos) sobre desiertos, que progresaba mediante canales de riego artificiales y uso del guano como fertilizante.

El principal centro cultural se encuentra en Cerro Colorado, dentro de la Reserva Nacional de Paracas.

Ver Museo de Sitio Julio C. Tello

Museos

Para apreciar sus invaluables piezas de cerámica, textiles y fardos funerarios se puede acudir a los museos Arqueológico del Perú, Larco Herrera, y Museo de la Nación en la ciudad de Lima.

Cementerios de Paracas

Paracas (235 Km. al sur de Lima) es conocida por la belleza de sus paisajes naturales, la riqueza de su ritual funerario, la calidad de sus textiles y sus avanzados conocimientos de cirugía que datan de hace 2.500 años. Se estima que casi el 60% de los pacientes sometidos a trepanaciones craneales sobrevivieron a la operación.

En 1925, el arqueólogo peruano Julio C. Tello desenterró los primeros restos de la civilización de Paracas. Sus espléndidas telas -que atestiguan una rica visión mágica de la vida social de esta civilización- estaban tejidas en algodón, en lana de rumiantes sudamericanos o en una mezcla de ambos, y decoradas con bordados de vivos colores en hilo de lana. Uno de los personajes más frecuentes es un dibujo lineal de seres humanos con aspecto de pájaros y felinos que sostienen un cetro, cabezas cortadas, flechas, plantas y diversos emblemas. Se representa en varias ocasiones en posición de pie y volando, mirando al frente o a los lados. Los restos humanos más antiguos de Paracas se remontan al menos a 5.000 años a.C., lo que atestigua una impresionante continuidad de la vida humana en un entorno de oasis y desierto que parece haber cambiado poco en miles de años. Hacia el año 400 a.C., la península empezó a parecer un gigantesco cementerio. Generación tras generación enterraban a sus muertos en la arena del desierto, convirtiendo así la zona en una tierra de muertos. Las tumbas se excavaban en profundidad en forma de botella. A través de un pozo largo y estrecho se accedía a una gran cámara subterránea que podía albergar de 30 a 40 individuos envueltos en telas. Esta configuración está en el origen del nombre de Cavernas de Paracas dado a esta etapa de su evolución. Cientos de estos entierros fueron encontrados por Tello en la década de 1920, fundamentalmente en la zona de Cerro Colorado, cerca del actual museo de sitio de Paracas.

Hacia el año 200 d.C., los hábitos funerarios cambiaron. En esta nueva etapa -Necrópolis de Paracas- los individuos agrupados fueron enterrados a menor profundidad, frecuentemente entre la basura de las casas de antiguas ocupaciones, aunque siempre en fardos funerarios envueltos en textiles, ubicados uno al lado del otro. Wari Kayan y Cabeza Larga, cementerios de este tipo, proporcionan muchas de las mejores evidencias del arte textil y la cirugía prehispánica. Las telas que envolvían los cadáveres enterrados, producto de su trabajo creativo, estaban hechas de algodón con tintes naturales. Son uno de los logros más destacados de la técnica y la estética andinas. Durante su compleja historia, la península se convirtió también en un atractivo para los habitantes de las regiones vecinas. La cerámica encontrada en los entierros de la Necrópolis de Paracas, especialmente la más reciente, muestra una serie de patrones culturales originados en los valles inmediatamente vecinos, Pisco y Chincha, zona de la cultura Topara.

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