Los relatos históricos de la cocina sureña suelen pasar por alto lo que comían los esclavos.

Gillie Houston

Actualizado el 24 de mayo, 2017

Dentro de la verdadera historia de la comida sureña

Pollo frito, puré de patatas, galletas y verduras de cuello: estos reconfortantes clásicos son los que inmediatamente vienen a la mente cuando se menciona la «comida sureña».’ Sin embargo, el historiador Michael Twitty tiene la misión de enseñar a la gente la auténtica historia culinaria del sur y el papel que desempeñaron los esclavos en esa historia.

Según informa NPR, Twitty realizó recientemente una demostración de cocina histórica en Monticello, la famosa finca de Thomas Jefferson en Charlottesville, Virginia, donde trabajaron y vivieron muchos esclavos. Preparando una auténtica comida de conejo a la parrilla, sémola de maíz y sopa de quimbombó con utensilios e ingredientes del siglo XVIII, Twitty explicó al público no sólo la técnica adecuada para preparar el animal, sino la historia ligada a los platos.

«Ha sido en los últimos años cuando la gente viene aquí y dice: ‘Vaya, ¿qué comían los esclavos? ¿Cultivaban sus propios productos? ¿Jefferson les daba comida?». dice la historiadora de Monticello, Christa Dierkshede, sobre la inspiración para incorporar las clases informativas. Twitty, escritor e historiador que documenta sus creaciones y experiencias culinarias a través de su aclamado blog, Afroculinaria, vio una oportunidad única para mostrar al público una faceta de la comida de la región que no está blanqueada.

Según Twitty, los relatos históricos de la cocina sureña suelen pasar por alto la dieta de los esclavos, que, según el historiador, era la base de la cocina.

«No había ninguna idea de sus historias personales, ni de sus vínculos familiares, ni de sus gustos personales. Se trataba de una versión neutra e insípida de la historia», afirma.

Aunque Dierkshede reconoce que la conversación sobre la esclavitud puede ser incómoda, especialmente entre los sureños, mantenerla durante una buena comida puede aliviar la tensión.

«La comida es un gran ecualizador. Y todo el mundo tiene algún tipo de tradición alimentaria en su familia. Y hablar de lo que fue esa tradición o cultura en la vida de los afroamericanos es una forma de intentar comprender la vida de los esclavizados de una forma más holística», dice.

Dierkshede y Twitty esperan que al enmarcar la esclavitud a través de la lente de la cocina sureña, puedan abrir un diálogo sobre el impacto que los afroamericanos han tenido en la cocina sureña del pasado y del presente.

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