La respiración cotidiana sigue un patrón automático e inconsciente, como hemos visto, pero afortunadamente también tenemos la posibilidad de controlar y modificar nuestros patrones respiratorios.
Es fácil hacer la respiración consciente si utilizamos nuestra voluntad. De este modo, controlamos nuestra respiración y, si es necesario, la modificamos cambiando el ritmo, la amplitud y la profundidad de las respiraciones. También podemos suspenderla durante un breve espacio de tiempo.
Practicar los ejercicios de respiración consciente del pranayama nos permite reacondicionar el ritmo respiratorio e influir positivamente en la respiración automática.
Estos son los tres tipos de respiración:
Respiración clavicular (cómo respiramos típicamente):
Coloque las manos en la región superior del pecho, bajo las clavículas. Inhale lentamente centrando su atención en la región situada justo debajo de las manos y sienta cómo las clavículas se elevan y la región superior de la caja torácica se expande lentamente al final de la inhalación.
Debemos utilizar esta respiración en la última fase de la inhalación durante las respiraciones profundas, cuando el aire inhalado llena primero las partes inferiores de los pulmones. A continuación, llena las regiones medias y, por último, durante la fase final de la inhalación, llena las regiones superiores de los pulmones.
Lamentablemente, nueve de cada diez adultos en Estados Unidos sólo respiran por el pecho.
Respiración torácica:
Colocar las manos sobre los lados inferiores del tórax con los dedos apuntando hacia el esternón y llevar nuestra respiración hacia las manos.
Mientras se inhala, sienta cómo el volumen de la caja torácica se expande y se abre hacia los lados del cuerpo, los músculos intercostales se estiran cuando el aire entra en los pulmones y sus manos son empujadas suavemente hacia los lados. Al exhalar, ocurre lo contrario. Los músculos intercostales vuelven a su tamaño normal y la caja torácica
se cierra.
Respiración diafragmática:
Túmbese boca arriba. A continuación, coloque ambas manos sobre el estómago con los dedos apuntando hacia el ombligo.
Debe concentrarse en la respiración y tomar conciencia del contacto de las manos sobre el cuerpo y de la sensación de calor que producen en esta zona. Inhala por la nariz, enviando el aire hacia el vientre. Observar que el aire llena las partes bajas de los pulmones y sentir cómo el abdomen se infla por el empuje del diafragma a la vez que empuja las manos hacia arriba. Las costillas deben permanecer inmóviles y no debemos dejar que el aire suba hacia la región superior de los pulmones. Al exhalar, se realiza el movimiento contrario: el ombligo desciende hacia la zona lumbar mientras el vientre se desinfla. Respire de esta manera durante varios ciclos permitiendo que esta particular técnica respiratoria se vuelva más fluida.