Cuando se padece el síndrome del intestino irritable (SII), hay una serie de factores que pueden causar síntomas derivados del intestino grueso, como calambres, dolor, gases, hinchazón, diarrea y estreñimiento.

Estos factores se conocen como desencadenantes e incluyen una variedad de alimentos e ingredientes. El tabaquismo, las hormonas y el estrés también pueden actuar como desencadenantes del SII. Los desencadenantes varían de una persona a otra.

Muchas personas con SII controlan su enfermedad eliminando ciertos alimentos de su dieta, aunque puede ser necesario un poco de ensayo y error para descubrir qué alimentos son problemáticos para su sistema.

El estrés y las hormonas pueden no ser tan fáciles de evitar como ciertos alimentos desencadenantes del SII, pero eso no significa que no pueda hacer nada al respecto. Es posible que pueda limitar sus síntomas mediante técnicas de control del estrés y tomando medidas para evitar otros desencadenantes durante las épocas de cambio hormonal. (1,2)

Los alimentos que tienden a desencadenar el Síndrome del Intestino Irritable

No se sabe exactamente cómo ciertos alimentos provocan los síntomas del SII. Es poco probable que una verdadera alergia alimentaria sea la causa de los síntomas del SII. Pero otras formas de intolerancia pueden aplicarse a una serie de alimentos e ingredientes. (1)

Los desencadenantes dietéticos comunes del SII incluyen estos elementos: (1,2,3,4,5)

  • Trigo, y posiblemente gluten
  • Productos lácteos, especialmente los ricos en lactosa
  • Ciertas frutas, incluidos los cítricos
  • Ciertas verduras
  • Frijoles y otras legumbres
  • Verduras crucíferas
  • Polioles (un grupo de sustitutos del azúcar)
  • Café
  • Vino tinto
  • Bebidas carbonatadas

Aunque no es un desencadenante alimentario específico, una dieta baja en fibra también puede hacer que sea más probable que experimente los síntomas del SII.

Esto significa que para mantener una digestión saludable, es importante centrarse no sólo en evitar los alimentos, sino también en incluir los alimentos adecuados en su dieta. Sólo tenga cuidado de ir despacio cuando añada fibra a su dieta, ya que demasiada, demasiado pronto, puede causar gases e hinchazón.

Mantenerse bien hidratado bebiendo de tres a cuatro vasos grandes de agua cada día puede ayudarle a evitar los síntomas.

Es importante hacer un seguimiento de lo que come para tratar de averiguar cómo su dieta puede estar afectando a sus síntomas del SII.

Es posible que tenga que seguir un cambio dietético durante varias semanas antes de notar un cambio en sus síntomas.

Incluso una vez que piense que ha descubierto los factores desencadenantes, es posible que tenga que volver a hacer un seguimiento de su dieta si experimenta un cambio en la frecuencia o la gravedad de sus síntomas.

Si tiene problemas para elaborar una dieta que le funcione por sí mismo, hablar con un dietista o nutricionista puede ayudarle. (2,5)

Cómo se relacionan los cambios hormonales con los síntomas del síndrome del intestino irritable

Las mujeres tienen el doble de probabilidades de desarrollar el síndrome del intestino irritable que los hombres, lo que indica que las hormonas pueden desempeñar un papel en esta enfermedad. (1) De hecho, muchas mujeres notan que sus síntomas de SII empeoran durante o alrededor de la época de sus períodos menstruales.

Tomar estrógenos para la terapia de reemplazo hormonal, antes o después de la menopausia, es también un factor de riesgo conocido para el SII y puede prolongar la condición más tarde en la vida de lo que normalmente persiste. (1,6)

Según un artículo publicado en marzo de 2014 en la revista World Journal of Gastroenterology, las hormonas sexuales como el estrógeno pueden influir en una serie de funciones relacionadas con la digestión, incluida la motilidad intestinal (acción digestiva), la función de barrera del intestino y la activación del sistema inmunitario en el revestimiento intestinal.

El artículo señala que las hormonas sexuales también pueden explicar las diferencias en la respuesta al estrés entre hombres y mujeres. Esto sugiere que un efecto interactivo entre los cambios hormonales y los factores estresantes externos puede agravar los síntomas del SII en algunas personas.

Según el artículo, los distintos síntomas del SII suelen producirse con diferentes cambios hormonales.

El embarazo suele provocar los siguientes cambios, que están relacionados con niveles elevados de estrógeno y progesterona:

  • Reducción de la sensibilidad al dolor, incluido el dolor digestivo
  • Empeoramiento del estreñimiento

La menopausia suele provocar los siguientes cambios, que están relacionados con un descenso de las hormonas sexuales femeninas:

  • Reducción de los síntomas generales del SII
  • Aumento de la incidencia del estreñimiento

En las mujeres, la toma de anticonceptivos orales a veces reduce los síntomas del SII durante o alrededor de la menopausia.

Las diferencias hormonales pueden explicar por qué la diarrea es más común en los hombres con SII que en las mujeres. Se sabe que tanto los hombres jóvenes como los de mediana edad tienen factores de riesgo hormonales específicos para la diarrea en comparación con las mujeres. (6)

Los vínculos entre el estrés y el síndrome del intestino irritable

Muchas personas con SII experimentan un empeoramiento de los síntomas en momentos de estrés psicológico.

Sin embargo, el estrés no parece causar directamente los síntomas. En cambio, la Clínica Mayo señala que puede hacerlos más graves o frecuentes.

Las personas con ciertos problemas de salud mental o que han tenido experiencias traumáticas también son más propensas a desarrollar el SII, incluyendo los siguientes:

  • Ansiedad
  • Depresión
  • Abuso sexual, físico o emocional

Estos vínculos con el SII indican que una variedad de factores psicológicos pueden estar relacionados con la función intestinal. Los investigadores todavía están tratando de comprender qué es lo que interviene en esta conexión.

El SII también puede causar un malestar psicológico que contribuya a la ansiedad o la depresión. La posibilidad de una relación bidireccional entre los factores psicológicos y los síntomas intestinales supone un reto para los investigadores. (1)

Según un artículo publicado en octubre de 2014 en la revista World Journal of Gastroenterology, tanto el estrés agudo (repentino) como el crónico (a largo plazo) pueden afectar a la función intestinal durante los primeros años de vida y la edad adulta.

Los cambios intestinales afectados por el estrés incluyen la motilidad intestinal (acción digestiva), la secreción de enzimas y jugos, y la función de barrera del intestino. La composición de las bacterias sanas y no sanas en el tracto digestivo también puede verse afectada. (7)

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