El cambio global hacia dietas con alto contenido de bebidas azucaradas (SSB) y alimentos ultraprocesados densos en energía está vinculado a una mayor prevalencia de obesidad, diabetes y la mayoría de las otras enfermedades no transmisibles (NCD), causando costos significativos para las sociedades y los individuos. Chile tiene el mayor consumo de SSB en el mundo, una ingesta muy alta de comida chatarra y un aumento muy rápido de estos componentes pobres de la dieta más la prevalencia de la obesidad. El propósito de este estudio es comparar el efecto de diferentes políticas impositivas para las barras de acero inoxidable y los alimentos ultraprocesados sobre la disponibilidad de nutrientes, utilizando elasticidades-precio, que se estiman a partir de un modelo cuadrático de sistema de demanda casi ideal, utilizando la encuesta de ingresos y gastos 2011-2012 de Chile. Se tiene en cuenta la alta proporción de hogares que no compran varios grupos de alimentos y bebidas (naturaleza censurada de los datos) y la endogeneidad en el gasto total. Los grupos de alimentos considerados fueron: dulces y postres; snacks salados y patatas fritas; productos cárnicos y grasas; frutas, verduras y mariscos; alimentos básicos a base de cereales; bebidas azucaradas listas para beber; bebidas azucaradas a base de concentrados; agua, café y té naturales; y leche, que en conjunto representan el 90% del gasto en alimentos. Los impuestos simulados fueron: (1) un impuesto del 18% sobre el precio de todos los alimentos y bebidas que superen los umbrales de sodio, grasas saturadas y azúcares añadidos y cuya comercialización esté restringida (basado en una ley chilena, en vigor desde el 16 de junio de 2016); (2) un impuesto del 40% sobre las bebidas carbonatadas (22% por encima del nivel impositivo actual); y (3) un impuesto de 1 peso chileno (0,2 centavos de dólar) por gramo de azúcar sobre los productos con azúcar añadido. Las bebidas y los alimentos poco saludables son elásticos al precio (-1,95 para los aperitivos salados y las patatas fritas, -1,30 para las barras de chocolate listas para beber y -1,27 para las barras de chocolate concentradas), lo que significa que el cambio en el consumo es proporcionalmente mayor con respecto a un cambio en el precio. Los resultados son robustos a diferentes especificaciones del modelo, y consistentes entre diferentes subpoblaciones socioeconómicas. En general, el impuesto a los alimentos y bebidas con alto contenido de grasa, sal y azúcar se asocia con la mayor reducción en las compras de los hogares de sodio, azúcar añadido, grasas saturadas y calorías. Chile es el único país que ha instituido un pequeño impuesto actual sobre las barras de acero inoxidable, así como controles de comercialización y etiquetado en la parte delantera del envase de los alimentos y bebidas poco saludables. El diseño de un impuesto más completo para mejorar el efecto general de estas políticas sobre las dietas más saludables es el siguiente paso crítico. Este estudio demuestra que un impuesto sobre los mismos alimentos y bebidas que ya han sido calificados como poco saludables por los controles de comercialización y el etiquetado en el frontal del envase debería promover una dieta más saludable.
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