Objetivos: Este ensayo investigó y comparó la eficacia antihipertensiva de telmisartán y valsartán, dos bloqueadores de los receptores de la angiotensina II, utilizados en monoterapia a su dosis máxima recomendada en pacientes hipertensos.
Métodos: Se estudiaron 70 sujetos (32 hombres y 38 mujeres) de 47,6 +/- 12,2 (media +/- SD) años, con hipertensión esencial de leve a moderada; fueron asignados aleatoriamente a recibir monoterapia con telmisartán (80 mg) o valsartán (160 mg), en forma de un único comprimido diario al despertar. La presión arterial se midió mediante monitorización ambulatoria cada 20 minutos durante el día y cada 30 minutos por la noche durante 48 horas consecutivas antes y después de 3 meses de tratamiento. La actividad física se monitorizó simultáneamente cada minuto mediante actigrafía de muñeca para calcular con precisión las medias diurnas y nocturnas de la presión arterial por sujeto.
Resultados: Hubo una reducción altamente significativa de la presión arterial durante las 24 h con ambos fármacos. La reducción de la presión arterial en la media de 24 horas fue significativamente mayor para valsartán 160 mg (18,6 y 12,1 mmHg para la presión arterial sistólica y diastólica, respectivamente) que para telmisartán 80 mg (10,8 y 8,4 mmHg; P < 0,001 entre los grupos de tratamiento). También hubo una reducción altamente significativa (P < 0,001) de 6,5 mmHg en la media de 24 horas de la presión del pulso tras la administración de valsartán únicamente. La relación valle : pico y el índice de suavidad fueron ligeramente superiores en la presión arterial sistólica, pero similares en la diastólica, para telmisartán en comparación con valsartán.
Conclusiones: A pesar de una vida media más corta, 160 mg/día de valsartán fue más eficaz en la reducción de la presión arterial durante 24 horas que 80 mg/día de telmisartán. Además, valsartán fue también más eficaz en la reducción de la presión del pulso arterial, una observación que puede tener importantes implicaciones terapéuticas, dada la creciente evidencia de que la presión del pulso puede ser un factor de riesgo para futuros eventos cardiovasculares.