El uso inadecuado de los antibióticos como profilaxis y tratamiento en la pancreatitis aguda es común, lo que pone de manifiesto la necesidad de la administración de antibióticos y la educación para hacer frente al desafío de la creciente resistencia a los antimicrobianos, según un estudio publicado en Pancreatology.
La pancreatitis aguda es una causa frecuente de ingreso hospitalario tanto médico como quirúrgico en todo el mundo. Su incidencia aumenta de forma constante, lo que incrementa aún más su carga en los servicios sanitarios. Aunque la mayoría de los pacientes tienen un curso leve de la enfermedad, la pancreatitis moderada o grave con necrosis y/o insuficiencia orgánica (múltiple) se desarrollará en aproximadamente el 20% de los pacientes. Dependiendo de si la necrosis es estéril o infecciosa, las tasas de mortalidad varían entre el 13% y el 33%.
La infección secundaria de la necrosis pancreática, que se cree que ocurre debido a la translocación bacteriana desde el intestino, es una de las complicaciones más letales de la pancreatitis aguda. Varios ensayos no han podido demostrar la reducción de las tasas de infección de la necrosis pancreática mediante el uso de antibióticos profilácticos. Por lo tanto, las directrices internacionales para el tratamiento de la pancreatitis aguda establecen que los antibióticos deben utilizarse sólo para tratar las complicaciones infecciosas y no se recomienda la profilaxis antibiótica. El objetivo de este estudio fue analizar el uso de antibióticos y su adecuación a partir de una revisión nacional de la pancreatitis aguda.
Se recogieron datos del estudio The National Confidential Enquiry into Patient Outcome and Death (NCEPOD) sobre el manejo de la pancreatitis aguda. Se incluyeron pacientes adultos ingresados en hospitales de Inglaterra y Gales entre enero y junio de 2014 con un diagnóstico codificado de pancreatitis aguda. Se utilizaron cuestionarios clínicos y organizativos para recoger datos de los pacientes y datos sobre el uso de antibióticos, incluyendo la indicación y la duración. Un total de 712 cuestionarios clínicos completos fueron devueltos e incluidos en el análisis final. La mediana de edad de los participantes fue de 61 años (rango 17-99) y el 54% de los pacientes eran hombres. Las causas más comunes de pancreatitis aguda en los seleccionados para el estudio fueron los cálculos biliares (45%) y el alcohol (21%).
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Los resultados mostraron que el 62% de los pacientes con pancreatitis aguda recibieron antibióticos durante su atención, con 891 prescripciones distintas y 23 indicaciones clínicas. Se prescribieron un máximo de 3 cursos de antibióticos, con un 41% de los pacientes recibiendo un segundo curso y un 24% recibiendo un tercer curso. Las 3 razones más comunes citadas para un curso adicional de antibióticos fueron los términos «no especificado», «pancreatitis» y «sepsis», respectivamente, para el primer al tercer curso. A los que recibieron un primer ciclo de antibióticos se les administró cualquiera de los 26 agentes antimicrobianos diferentes (el 34% de las prescripciones fueron de piperacilina/tazobactam) y para un segundo ciclo se prescribieron 27 agentes diferentes, en su mayoría meropenem. En el 19,38% de los casos, la indicación fue considerada inapropiada por los clínicos y en el 18,3% de los casos, la indicación fue considerada inapropiada por los revisores de casos. Estos hallazgos indican que el mal uso de los antibióticos en la pancreatitis aguda, tanto como profilaxis como tratamiento, está muy extendido, ocurriendo en aproximadamente una quinta parte de los casos según este estudio.
En general, los autores del estudio concluyeron que «los proveedores de atención sanitaria deben asegurarse de que existen políticas antimicrobianas como parte de un proceso de administración de antimicrobianos. Esto debe incluir una orientación específica sobre su uso y estas políticas deben ser accesibles, su cumplimiento debe ser auditado y revisado con frecuencia».