Aunque la Tierra parece ser redonda cuando se ve desde el punto de vista del espacio, en realidad está más cerca de un elipsoide. Sin embargo, incluso un elipsoide no describe adecuadamente la forma única y siempre cambiante de la Tierra.
Nuestro planeta es más rechoncho en el ecuador que en los polos por unos 70.000 pies. Esto se debe a la fuerza centrífuga creada por la rotación constante de la Tierra. Las montañas que se elevan casi 30.000 pies y las fosas oceánicas que se sumergen más de 36.000 pies (en comparación con el nivel del mar) distorsionan aún más la forma de la Tierra. El propio nivel del mar tiene incluso una forma irregular. Ligeras variaciones en el campo gravitatorio de la Tierra causan colinas y valles permanentes en la superficie del océano de más de 300 pies en relación con un elipsoide.
Además, la forma de la Tierra siempre está cambiando. A veces este cambio es periódico, como es el caso de las mareas diarias que afectan tanto al océano como a la corteza; a veces el cambio es lento y constante, como ocurre con la deriva de las placas tectónicas o el rebote de la corteza después de que se haya derretido una pesada capa de hielo; y a veces la forma del planeta cambia de forma violenta y episódica durante acontecimientos como terremotos, erupciones volcánicas o impactos de meteoritos.
El Servicio Geodésico Nacional mide y vigila nuestro planeta en constante cambio. La geodesia es la ciencia que mide y vigila el tamaño y la forma de la Tierra, incluido su campo gravitatorio, y determina la ubicación de puntos en la superficie terrestre.