Más que su destreza en el rock duro y el blues (y, posiblemente, en el heavy metal), Led Zeppelin ha servido de modelo para que sus sucesores lo emulen o innoven. En la época dorada del rock, en los años 70, la banda asfixió a todos los demás contemporáneos con su dominio de la escena, que se vio truncado por la prematura desaparición de Bonzo en 1980. Pero más allá de ser progenitores del rock, Led Zeppelin también abrazó la diversidad, y se inmiscuyó en los arreglos tradicionales y acústicos. Aquí están algunas de las mejores canciones acústicas de Led Zeppelin que puedes encontrar.
«The Battle Of Evermore» – Led Zeppelin IV (1971)
Una de las épicas de Led Zeppelin, de inspiración mítica, tuvo forma de arreglo acústico. Con el valioso apoyo de Ian Stewart, de los Rolling Stones, y de Sandy Denny, de Fairport Convention, esta epopeya musical es una de las composiciones acústicas más indulgentes a las que no les faltaba en absoluto la mordacidad y la energía de la banda.
«Bron-Yr-Aur» – Physical Graffiti (1975)
Una breve pero dulce interpretación de Page es la pieza central de «Bron-Yr-Aur», que se inspira en la antigua casa de campo que la banda alquiló para escribir algunas de sus canciones más prolíficas. Esta fue la forma en que Page desestimó a los críticos que sólo veían a Zep como un grupo de gallos-rockeros.
«Going To California» – Led Zeppelin IV (1971)
Plant no utiliza su lirismo altamente prosista en esta, lo que podría ser la razón por la que atrajo al público en general. La sencillez de este tema se ve resaltada con temas de añoranza de días mejores, que Plant evoca con gran eficacia.
«Black Country Woman» – Physical Graffiti (1975)
Del gigantesco álbum doble es uno de los temas acústicos más basados en las raíces que jamás hizo la banda. Claramente teñido del blues del Delta que Plant conocía desde sus primeros años, es un arreglo liberador y suelto que se grabó fuera de la finca de Stargroves. Incluso incluyen una armónica de Plant para realzar la sensación.
«Babe I’m Gonna Leave You» – Led Zeppelin (1968)
Esta suave continuación de la explosiva apertura de su álbum de debut, «Babe I’m Gonna Leave You», es un testimonio de la capacidad de la banda para variar su textura sónica con un simple dominio de los instrumentos (y las voces). El contraste que presenta el tema es simplemente una celebración indulgente del potencial titánico que Led Zeppelin tenía para ofrecer.