El hígado es el órgano grande y de forma irregular que se encuentra en la parte superior derecha de la cavidad abdominal, justo encima del estómago. Desempeña un papel central en más de 500 funciones diferentes que apoyan su salud y bienestar diario, incluyendo el procesamiento de las grasas en su dieta y la producción de colesterol LDL y HDL. Una vez que se produce, el mal funcionamiento de su hígado suele conducir a la pérdida de peso, no al aumento de peso. Sin embargo, el aumento de peso puede desempeñar un papel importante en la aparición de una función hepática deficiente y de los problemas de salud que la acompañan.
Función hepática normal
El hígado participa en el procesamiento de las grasas de la dieta produciendo una sustancia llamada bilis, que se almacena en la vesícula biliar y entra en el torrente sanguíneo durante la digestión de los alimentos, donde descompone las grasas en moléculas lo suficientemente pequeñas como para atravesar el revestimiento de la pared intestinal. Una vez que se digiere esta grasa, el hígado desempeña un papel adicional en su procesamiento mediante la creación de colesterol que contiene grasa y otra grasa llamada triglicérido, pasando luego estas sustancias al torrente sanguíneo.
Entre sus muchas otras responsabilidades, su hígado también:
- Ayuda a su cuerpo a procesar los medicamentos y otras drogas
- Ayuda a eliminar los medicamentos y las toxinas relacionadas con ellos
- Ayuda a almacenar el exceso de azúcares en su dieta
- Produce sustancias que ayudan a su cuerpo a resistir las infecciones
- Facilita el control de la coagulación normal de su sangre
- Ayuda a controlar el suministro de su torrente sanguíneo de las subunidades proteicas llamadas aminoácidos
.toxinas relacionadas con los medicamentos
Lo que ocurre cuando el gobierno se convierte en su médico…
La aparición de un hígado graso
Aproximadamente entre el 10 y el 20 por ciento de los estadounidenses padecen una afección denominada enfermedad del hígado graso no alcohólico, o NAFLD. Como su nombre indica, esta enfermedad aparece en personas que no beben mucho, y consiste en la acumulación anormal de grasa dentro de las células del hígado. Tener grasa en el hígado no es peligroso en sí mismo y, en la gran mayoría de los casos, las personas con HGNA no presentan daños en el hígado ni problemas de funcionamiento. Sin embargo, un hígado graso puede ser una amenaza directa o indirecta para la salud.
Por ejemplo, la acumulación de grasa en el hígado puede disminuir las respuestas normales del cuerpo a una sustancia llamada insulina, que se produce en el páncreas y ayuda a controlar la cantidad de glucosa o azúcar en el torrente sanguíneo. A su vez, la resistencia a los efectos de la insulina puede desencadenar la aparición de la diabetes de tipo II. La grasa no procesada en el hígado también puede perjudicar su salud al entrar en el torrente sanguíneo y aumentar las posibilidades de desarrollar problemas cardiovasculares graves. Además, la mayoría de las personas que padecen HGNA son obesas o tienen un sobrepeso considerable y tienen que hacer frente a las complicaciones de salud adicionales asociadas a los altos niveles de exceso de grasa corporal.
Es más, aproximadamente entre el 2 y el 5 por ciento de los adultos estadounidenses padecen una forma más grave de HGNA, denominada esteatohepatitis no alcohólica o EHNA. A lo largo de años o décadas, la EHNA puede provocar una cicatrización gradual en los tejidos del hígado, conocida como fibrosis. A su vez, la fibrosis puede dar lugar a un problema más grave denominado cirrosis, que se caracteriza por la formación de más cicatrices, el endurecimiento de los tejidos hepáticos, las hemorragias intestinales, la pérdida de tejido muscular, la retención anormal de líquidos corporales y la pérdida de la función hepática normal. Aunque los médicos no saben con exactitud cuál es la causa de la EHNA, lo más frecuente es que se produzca en personas obesas, con sobrepeso y mayores de 40 años. Hasta el 20 por ciento de los adultos estadounidenses obesos padecen alguna forma de EHNA.
Los efectos de la función hepática deficiente
Uno de los síntomas clásicos de la función hepática deficiente es una disminución del apetito normal que conduce a la pérdida de peso. Otros problemas asociados a este trastorno son la baja energía o la fatiga persistentes, la orina de color anormalmente oscuro, las heces de un color inusualmente pálido, las heces de un color similar al del alquitrán o la sangre, el picor persistente de la piel, la hinchazón abdominal, el dolor abdominal, las náuseas y el color amarillento de la piel y el blanco de los ojos conocido como ictericia. Además de la EHNA, las afecciones que pueden provocar una función hepática deficiente y la aparición de pérdida de peso y otros síntomas incluyen la enfermedad del hígado graso relacionada con el alcohol o la cirrosis, la hepatitis relacionada con el alcohol, la hepatitis no relacionada con el consumo de alcohol, el agrandamiento del hígado, la insuficiencia hepática aguda o crónica, un quiste hepático, el cáncer de hígado y dos afecciones denominadas síndrome de Gilbert y enfermedad de Wilson.
Además de la obesidad, entre los factores que pueden contribuir a la aparición de trastornos relacionados con el hígado se encuentran el alcoholismo, la realización de tatuajes o piercings, la diabetes, la presencia de niveles elevados de triglicéridos en el torrente sanguíneo, las relaciones sexuales sin protección, el contacto directo con los fluidos corporales o la sangre de otra persona, el uso de una aguja ya utilizada por otra persona, la manipulación de productos químicos u otras sustancias tóxicas y el uso de medicamentos, suplementos o hierbas que dañan el hígado.
Su médico puede evaluar su función hepática solicitando un análisis de sangre llamado panel hepático. Entre otras cosas, esta prueba mide los niveles en sangre del pigmento biliar llamado bilirrubina, los niveles en sangre de una proteína llamada albúmina y los niveles en sangre de tres proteínas especializadas (enzimas) llamadas ALT, ALP y AST. Si tiene una función hepática deficiente, sus niveles de bilirrubina y enzimas hepáticas pueden aumentar o permanecer igual; sus niveles de albúmina pueden disminuir o permanecer igual.
Causas potenciales del aumento de peso
La mayoría de las personas aumentan de peso cuando consumen más calorías de las que eliminan durante sus actividades diarias y rutinas de ejercicio. Si ha llegado a la mediana edad, las reducciones normales en el uso de energía de su cuerpo -o metabolismo- pueden aumentar sus posibilidades de ganar peso al disminuir el número de calorías que quema en un día determinado. Además de consumir demasiadas calorías en general, puede aumentar su peso si sigue una dieta que contenga demasiados carbohidratos o si bebe regularmente cantidades importantes de alcohol.
Algunas personas aumentan de peso como resultado de problemas o alteraciones en su sistema endocrino, que controla la producción de varias hormonas importantes. Las enfermedades relacionadas con el sistema endocrino que pueden provocar un aumento de peso incluyen una función anormalmente baja de la glándula tiroides (hipotiroidismo), un trastorno reproductivo llamado síndrome de ovario poliquístico (SOP) y un trastorno de la glándula suprarrenal llamado síndrome de Cushing o síndrome de Cushing. El aumento de peso también puede producirse en asociación con los cambios hormonales normales que acompañan a la menopausia.
Los medicamentos que se sabe que aumentan las posibilidades de un aumento de peso no deseado incluyen los corticoesteroides antiinflamatorios, ciertos antidepresivos, litio, fenotiazinas, ciproheptadina y tranquilizantes. También es posible que aumente de peso si deja de fumar, tiene ansiedad o depresión, o padece una enfermedad -como preeclampsia, insuficiencia renal o cardíaca- que le haga retener líquidos en los tejidos corporales. Además, también puede experimentar un aumento de peso temporal derivado de la retención de líquidos asociada a la menstruación mensual. Si gana mucho peso en un periodo de tiempo muy corto, es posible que la retención de líquidos esté relacionada con algún tipo de problema médico grave. En algunos casos, el aumento de peso asociado a dejar de fumar no puede explicarse totalmente por un aumento de la ingesta de calorías.
Conclusiones
Entonces, ¿qué podemos sacar de todo esto? Para empezar, el peso corporal excesivo puede desempeñar un papel importante en la aparición de una función hepática deficiente. Además, este peso no deseado puede conducir a una serie de otros problemas de salud, incluyendo las enfermedades del corazón y la diabetes. Sin embargo, no todas las personas con una función hepática deficiente son obesas, y no todas las personas obesas tienen una función hepática deficiente. Si padece EHNA, puede controlar la enfermedad y reducir el riesgo de sufrir sus complicaciones más graves realizando una cantidad considerable de ejercicio físico regular, siguiendo una dieta equilibrada que favorezca su salud y bienestar general, revisando el uso de la medicación con su médico y reduciendo la ingesta de alcohol o evitándolo por completo.
Es interesante señalar que algunas de estas mismas medidas básicas pueden ayudarle a evitar el aumento de peso no deseado o a perder cualquier peso no deseado que haya acumulado a lo largo de los años. Si experimenta un aumento de peso que no parece provenir de fuentes tan comunes como comer en exceso, el envejecimiento, la menopausia, el consumo excesivo de carbohidratos, el consumo excesivo de alcohol o la falta de actividad física, consulte a su médico para que le aconseje. Él o ella puede ayudarle a descubrir el origen de sus problemas, además de sugerirle las medidas adecuadas para mejorar su salud y/o evitar cualquier riesgo para la salud a largo plazo.