Kenturah Davis, ilustradora, pintora y escultora afincada entre Los Ángeles, New Haven y Accra, ha abordado su relación con el arte en tiempos de pandemia ofreciendo literatura y narración. La serie de eventos «Black Voices, Black Joy» (Voces negras, alegría negra), en colaboración con el Museo Hammer y la sucursal Felipe de Neve de la Biblioteca Pública de Los Ángeles, presenta a Davis leyendo sus libros infantiles favoritos en un formato parecido a una charla junto al fuego. Aunque Davis estaba en conversaciones para comenzar la serie antes de la pandemia, el cierre y la estructura abierta ayudaron a que el proyecto continuara en línea como eventos virtuales en vivo y como objeto de archivo. El trabajo de Davis en el ámbito de la educación (también es profesora adjunta en el Occidental College) y su deseo de hacer algo por los «jóvenes» guiaron su decisión de participar en el programa.

«Resistir a los problemas que se descargan sobre los negros me permite tener más tiempo y espacio para hacer el trabajo que quiero hacer, el trabajo que ya estoy haciendo», dijo Davis, señalando que las desigualdades a las que se enfrentan los negros dentro de COVID-19 son otro de esos problemas. «A pesar de todo lo que está pasando, siento que es un momento hermoso en el que la ayuda mutua es una prioridad. Me inspira el panorama de mis compañeros que hacen el trabajo para lograr un cambio de forma tangible»

Este deseo de estirar el tiempo y de que las prácticas de los artistas lleguen más allá de los espacios formales de las galerías y los museos también fue articulado por Sarah Russin, la directora ejecutiva de Los Angeles Contemporary Exhibitions (LACE), y Charlie James, el propietario y director de Charlie James Gallery. Al inicio del cierre, James se puso en contacto con el grupo principal de artistas de la galería para preguntarles qué necesitaban. Esta especie de reunión permitió a este grupo reflexionar juntos sobre una serie de tensiones, críticas y desafíos, desde la estructura desigual de muchas relaciones con los coleccionistas hasta el deseo de hacer obras que pudieran llegar a un grupo más amplio de personas, pasando por el activismo directo, la salud mental y la pérdida de guarderías. Aunque el espíritu general de la galería es la crítica política, la conversación se tradujo en arte para la recaudación de fondos, en la experimentación con materiales nuevos y accesibles, y en la dedicación a cumplir los objetivos de los artistas para conseguir un público más amplio y una obra más accesible.

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