Al lado de las cantatas de Bach, de los Cuartetos de cuerda de Beethoven y de las Sinfonías de Haydn, la serie de 27 Conciertos para piano solos y múltiples de Mozart se encuentra entre los colectivos musicales más sublimes jamás comprometidos con el manuscrito.

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Tanto si se escuchan en secuencia como si se eligen al azar, cada uno de ellos es una joya pulida que uno no puede imaginar que pueda ser igualada, y mucho menos superada – ¡es decir, hasta que se pasa al siguiente!

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Aparte de los retos interpretativos de la música que se sitúan en el filo de la navaja entre la elegancia contenida y la pasión, la precisión absoluta y la espontaneidad, la risa y las lágrimas, el mozartiano exitoso debe abarcar una exuberancia virtuosa que nunca es vistosa, un toque cantabile brillante libre de autoconciencia y una claridad de pensamiento despejada que evita el tintineo de la porcelana de Dresde.

Cuatro ciclos completos destacan por su coherencia de visión y realización…

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La mejor grabación de los Conciertos para piano de Mozart

Daniel Barenboim (piano)
Orquesta de Cámara Inglesa (1967-1974)
EMI 572 9302 (10 CDs)

Para el puro regocijo de descubrir estas extraordinarias obras como si fuera la primera vez, el primer ciclo integral de Daniel Barenboim (a la derecha) con la Orquesta de Cámara Inglesa sigue ocupando un lugar de honor.

Como una novela de primera calidad, que hace pasar las páginas, estas notables grabaciones de finales de los 60 y principios de los 70 están tan vivas y son tan contagiosas que al terminar cada concierto uno no puede esperar a pasar a la siguiente entrega.

Este fue un período clásico tanto para la OCE como para Barenboim y las cualidades especiales de su relación de trabajo se reflejan en una serie de grabaciones, fielmente transferidas a CD por EMI (con las líneas de contrabajo claramente diferenciadas, con un efecto revelador), capturadas anualmente cuando la música se había llevado recientemente de gira.

Rara vez la incontenible exuberancia de los alegres allegros de apertura de Mozart -los dos Conciertos en Re mayor K451 y K537 (‘Coronación’), por ejemplo- se ha transmitido con tanta alegría, ni las intimidantes insinuaciones tipo Don Giovanni del Re menor K466 se han hecho sonar tan profundamente inquietantes.

La habilidad de Barenboim para crear una narrativa emocional convincente, conocida por sus grabaciones de Sonatas de Beethoven del mismo periodo, convierte cada obra en una pieza de conversación imprescindible en la que cada frase se convierte en una metáfora musical inconfundible.

Este sigue siendo uno de sus logros pianísticos definitorios en el estudio de grabación.

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Tres grandes grabaciones más de los Conciertos para piano de Mozart

Murray Perahia (piano)
Orquesta de Cámara Inglesa (1975-1988)
Sony 82876 872302 (12 CDs)

Para un exquisito dominio del teclado, nadie iguala a Murray Perahia. Su sensibilidad poética y su sonoridad están perfectamente adaptadas en esta música.

Incluso en los cuatro primeros Conciertos, adaptados de la música de Raupach, Honauer, Schobert y CPE Bach, invierte cada frase con los mismos matices microcósmicos de expresión que distinguen a las obras maestras posteriores.

Extendió el mismo grado de cuidado a las partes orquestales que a las suyas propias, de modo que uno percibe el cambio de mar en el movimiento central en do menor de la K271 como una joya de intensidad musical.

Más que ningún otro director/conductor se ocupa de que las voces interiores importantes (las violas especialmente) iluminen la textura cuando es apropiado.

Produce una calidad de sonido brillante pero articulada y luminiscente que es lo más cercano a la perfección en esta música que uno puede encontrar.

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Alfred Brendel (piano)
Academy of St Martin in the Fields/Marriner (1970-1984)
Decca 478 2695 (12 CDs)

Intelectualmente sin artificios y musicalmente penetrante, Brendel tiene el don de hacer que Mozart suene supremamente inevitable.

Adornado por la clásica ingeniería de Philips de nacarada luminiscencia y los expertos acompañamientos de Neville Marriner y la Academy of St Martin in the Fields, este es un ciclo para todas las estaciones, cuya gracia y aplomo supremamente naturales son un bálsamo para los sentidos.

Interesantemente, es cuando Mozart está en su momento más desarmantemente lírico cuando Brendel realmente se luce, como en los dos exquisitos Conciertos en La mayor K414 y K488, que frasea con una flexibilidad y una calidad suavemente exultante que capta perfectamente el estado de ánimo de la música.

Los cuatro Conciertos en Si bemol -K238, K450, K456 y K595 (el último de todos) – han resultado ser de los más esquivos de todos los discos, pero en las inspiradas manos de Brendel suenan totalmente apreciables.

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Vladimir Ashkenazy (piano)
Orquesta Philharmonia (1972-1987)
Decca 443 7272 (10 discos)

El ciclo de Ashkenazy es único ya que uno experimenta los sutiles matices de la música de Mozart a través de los prismas gemelos de Schubert y Brahms.

Incluso cuando Mozart está en su momento más operístico, como en el final del nº 17 (K453), Ashkenazy nunca se limita a poner una cara sonriente, sino que descubre todo tipo de expresiones musicales sutiles bajo la superficie de la música.

Raramente exuberante (ni siquiera en las celebraciones al aire libre de la apertura del K413), benditamente libre de melodrama en los dos grandes Conciertos en clave menor (K466 y K491) y sin un tufillo de auténtica corrección, muestra una independencia de pensamiento y espíritu que hace que uno se replantee de qué va esta música.

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Texto original de Julian Haylock

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