La brecha de riqueza racial en Estados Unidos es sorprendente y duradera. No es inexplicable que la brecha exista, dada la historia del país, ni sorprendente que persista, dada la naturaleza de la riqueza. Como señalan los autores en este informe:

«la riqueza engendra más riqueza. Un mayor nivel de riqueza permite un mayor acceso a condiciones más favorables de crédito. La riqueza proporciona a los individuos y a las familias capacidad de decisión financiera; proporciona seguridad económica para asumir riesgos y protege contra el riesgo de pérdidas económicas. Básicamente, la riqueza es acumulativa. Proporciona a las personas el capital necesario para asegurar la financiación y comprar un activo que se revaloriza, lo que a su vez generará más y más riqueza (Hamilton, 2017). Literalmente, se necesita riqueza para hacer riqueza, mientras que los negros han sido excluidos en gran medida del acceso intergeneracional al capital y a las finanzas.»

Es quizás porque estas desigualdades en la riqueza son tan grandes que muchos se sienten obligados a tratar de explicar por qué existen. Y por ello, ofrecen un sinfín de explicaciones para la brecha de la riqueza, cada una de las cuales se desmiente minuciosamente en este informe.

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