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Principios católicos de la migración

Nuestro enfoque de la migración está enraizado en el Evangelio y en la rica tradición de la enseñanza social católica. Un ejemplo reciente de esta enseñanza es Ya no somos extranjeros: Juntos en el camino de la esperanza, una carta pastoral sobre la migración de los obispos católicos de México y Estados Unidos.

Cinco principios que ayudan a guiar el enfoque de la Iglesia sobre la migración

I. Las personas tienen derecho a encontrar oportunidades en su patria.

Todas las personas tienen derecho a encontrar en sus propios países las oportunidades económicas, políticas y sociales para vivir con dignidad y lograr una vida plena mediante el uso de los dones que Dios les ha dado. En este contexto, el trabajo que proporciona un salario justo y digno es una necesidad humana básica.

II. Las personas tienen derecho a emigrar para mantenerse a sí mismas y a sus familias.

La Iglesia reconoce que todos los bienes de la tierra pertenecen a todas las personas. Cuando las personas no pueden encontrar empleo en su país de origen para mantenerse a sí mismas y a sus familias, tienen derecho a encontrar trabajo en otro lugar para sobrevivir. Las naciones soberanas deben proporcionar medios para dar cabida a este derecho.

III. Las naciones soberanas tienen derecho a controlar sus fronteras.

La Iglesia reconoce el derecho de las naciones soberanas a controlar sus territorios, pero rechaza dicho control cuando se ejerce con el mero propósito de adquirir riqueza adicional. Las naciones económicamente más poderosas, que tienen la capacidad de proteger y alimentar a sus residentes, tienen una fuerte obligación de acomodar los flujos migratorios.

IV. Los refugiados y los solicitantes de asilo deben recibir protección.

Los que huyen de las guerras y la persecución deben ser protegidos por la comunidad mundial. Esto requiere, como mínimo, que los migrantes tengan derecho a solicitar el estatus de refugiado sin ser encarcelados y a que sus reclamaciones sean examinadas plenamente por una autoridad competente.

V. La dignidad humana y los derechos humanos de los migrantes indocumentados deben ser respetados.

Independientemente de su estatus legal, los migrantes, como todas las personas, poseen una dignidad humana inherente que debe ser respetada. A menudo se ven sometidos a leyes punitivas y a un duro trato por parte de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, tanto de los países receptores como de los de tránsito. Son necesarias políticas gubernamentales que respeten los derechos humanos básicos de los indocumentados.

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