La pandemia mundial ha provocado posiblemente la mayor y más rápida movilización de la comunidad científica mundial que jamás hayamos visto. Los investigadores trabajan sin descanso para encontrar una solución, los ensayos se inician a una velocidad récord y las empresas ofrecen sus recursos para ayudar en lo que puedan. Ha sido una respuesta colectiva que abarca a los gobiernos, el mundo académico, las organizaciones benéficas, la industria farmacéutica y las comunidades locales. Pero con todo este esfuerzo, ¿hasta qué punto estamos cerca de desarrollar un fármaco para tratar o prevenir el COVID-19?

Cuando se trata de nuevas opciones de tratamiento, hay tres vías que pueden marcar la diferencia para los pacientes tanto a corto como a medio plazo: el desarrollo de una nueva vacuna; la replicación de los anticuerpos que luchan contra el virus; la readaptación de los fármacos existentes que podrían ser eficaces.

La razón para seguir todas estas vías es que se necesitan diferentes cantidades de tiempo para lograrlas. Desarrollar un medicamento desde cero puede llevar años, mientras que descubrir que un medicamento ya aprobado es eficaz puede ser cuestión de semanas. Y esto es fundamental para ayudar a los pacientes graves lo antes posible.

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Calendario proyectado para el tratamiento y la prevención. Fuente: datos de The Milken Institute, que recientemente ha publicado un rastreador detallado para supervisar el progreso de cada uno de los tratamientos y prevenciones conocidos de la COVID-19 actualmente en desarrollo.

Repurposing Existing Drugs

Timeline: Ya está disponible, pero las pruebas de eficacia y seguridad podrían tardar hasta el verano

Los científicos están estudiando la readaptación de fármacos existentes que podrían combatir el virus directamente o ayudar a reducir la reacción exagerada del sistema inmunitario que puede producirse cuando el organismo lucha contra el virus y que puede llevar a la hospitalización de los pacientes. La ventaja de investigar medicamentos ya aprobados es que sabemos que tienen un perfil beneficio-riesgo bien descrito en las indicaciones para las que están aprobados y que ya se han producido a escala. Esto significa que, si resultan eficaces para otras indicaciones, podrían reutilizarse rápidamente para ayudar a un gran número de personas.

Para identificar qué fármacos podrían funcionar, los científicos trazaron un mapa de la interacción entre el virus y las proteínas humanas para entender a qué células se dirigían. Esto proporcionó un punto de partida para comprender cómo el virus lucha contra el sistema inmunitario y qué fármacos existentes podrían ser eficaces.

Se están estudiando varios fármacos, desde antivirales a antimaláricos y agentes inmunomoduladores, que podrían ayudar a reducir las reacciones inmunitarias graves. En marzo, la Organización Mundial de la Salud puso en marcha un ensayo clínico internacional denominado Solidarity para acelerar el proceso de búsqueda de un tratamiento eficaz para el COVID-19. El ensayo Solidarity compara cuatro opciones de tratamiento: Cloroquina -que Bayer comercializa en Pakistán con la marca Resochin®- e Hidroxicloroquina (utilizadas para tratar la malaria y las afecciones reumatológicas, respectivamente); Remdesivir (desarrollado como tratamiento para el ébola); Lopinavir/Ritonavir (un tratamiento autorizado para el VIH); Interferón beta-1a (sed para tratar la esclerosis múltiple).

La clave ahora es que en las próximas semanas se lleven a cabo ensayos clínicos rigurosos para comprobar si estos medicamentos son seguros y eficaces para los pacientes, y los resultados se conocerán en los próximos meses. Por ejemplo, Bayer se asoció con el Population Health Research Institute (PHRI) para poner en marcha un importante programa de investigación clínica destinado a identificar posibles tratamientos contra el COVID-19. Los dos estudios evaluarán la seguridad y la eficacia de diferentes terapias combinadas, entre ellas la cloroquina de Bayer y el interferón beta-1b.

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Uso de anticuerpos contra el virus

Tiempo: Potencialmente a principios de otoño

Cuando un virus nos ataca, nuestro sistema inmunitario produce proteínas de anticuerpos en forma de Y para engancharse al virus y neutralizarlo. En el caso del COVID-19, eso significa que las personas que se han recuperado con éxito de la enfermedad han producido anticuerpos para detener el coronavirus en su camino. Los científicos han estado trabajando en la identificación y reproducción de esos anticuerpos como tratamiento.

Las pruebas a pequeña escala realizadas en China descubrieron que los pacientes en estado crítico podrían beneficiarse de las infusiones de plasma sanguíneo recogido de personas que se han recuperado. Sin embargo, las personas difieren en sus respuestas inmunológicas y producirán diferentes niveles de anticuerpos. Por eso se están desarrollando varios tipos de tratamientos con anticuerpos más allá del uso de plasma sanguíneo de pacientes recuperados.

Un concepto consiste en diseñar genéticamente ratones de laboratorio para que imiten el sistema inmunitario humano, exponerlos al coronavirus y recoger los anticuerpos que bloquean el virus de los animales recuperados. Al hacer esto en un entorno controlado, los científicos pueden comprender mejor y diseñar el proceso.

Otro método es crear anticuerpos sintéticos. Esto se hace aislando los glóbulos blancos productores de anticuerpos de la sangre de los pacientes recuperados, copiando su ADN y reproduciéndolo. Los anticuerpos más eficaces contra el virus pueden entonces identificarse y fabricarse en masa. Otras empresas de biotecnología están utilizando ordenadores e inteligencia artificial para rediseñar y optimizar los anticuerpos que se sabe que se dirigen al coronavirus causante del brote de SARS de 2003,
SARS-CoV-1.

Un enfoque diferente es no utilizar los anticuerpos directamente, sino estimular su producción en las células del paciente. Para ello, desarrollarían un principio activo a partir del ARN mensajero (molécula que lleva el código genético de una determinada proteína) para promover la producción de anticuerpos por parte del organismo.

Varios de estos proyectos se encuentran ahora en fase de ensayo clínico con la esperanza de que puedan estar disponibles para el otoño.

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Encontrar una vacuna

Timeline: Potencialmente la primera mitad de 2021

El objetivo final es crear una vacuna para poder no sólo tratar sino prevenir que la COVID-19 vuelva en el futuro. Sin embargo, el desarrollo de una vacuna eficaz ha llevado tradicionalmente años. Reducirlo a meses ha exigido una colaboración mundial y una inversión significativa.

Según el Milken Institute tracker, hay más de 240 vacunas actualmente en desarrollo, con muchas vacunas candidatas que se dirigen hacia los ensayos clínicos o que ya están en ellos. Si se demuestra su eficacia, cualquiera de esas vacunas podría estar ampliamente disponible en 2021.

Aunque se han hecho grandes avances en el desarrollo de vacunas experimentales, todavía hay muchos obstáculos. Para confirmar que un medicamento es seguro y eficaz, es necesario realizar estudios amplios y controlados en diferentes poblaciones de pacientes. Esto significa que cualquier vacuna nueva tendrá que pasar por tres fases clínicas antes de ser autorizada.

Una vez que tengamos una vacuna que funcione, las empresas tendrán que empezar a producir millones -quizás miles de millones- de dosis, además de los millones de dosis de vacunas que ya se fabrican cada año para las paperas, el sarampión y otras enfermedades. Tendremos que encontrar nuevas formas de ampliar rápidamente la fabricación en todo el mundo.

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