Un amigo me preguntó si me interesaría formar parte del voluntariado en misiones médicas, no tenía experiencia, pero le dije que sí… Cuando llegó el momento, recuerdo que fui caminando desde mi casa hasta el hotel donde estaban todos los miembros de VIMM, en el camino hice una pequeña oración pidiéndole a Dios que me ayudara a ser la mejor, a dar lo mejor, pedí que todos los Doctores y personas que trabajaban con VIMM pudieran entender mi inglés porque hubiera sido mi primera vez hablando con un nativo.
Me presentaste a personas maravillosas, el Dr. Gary y el Dr. Clint, el Dr. Jack, el Dr. Charles, mi amiga Amanda, su alma es tan brillante y humilde, he aprendido las lecciones más valiosas de ellos, aquí hay algunas fotos de mí en mi primer viaje para convertirse en el mejor intérprete, humano, hondureño. Cuando le dije a mi papá que me iba a un viaje misionero me dijo; «No solo interpretes, muévete, trabaja tanto como el Doctor, ayuda al paciente a caminar, a hablar, a descifrar el dolor que pueda tener, pero lo más importante, muestra el amor entre ellos». Eso fue lo que hice.
Han pasado algunos años, muchos recuerdos habíamos hecho, mucha gente está ahora mejor gracias a ti, Olanchito te agradece por siempre el amor, la paciencia, la aceptación que les has dado, ¿la persona más impactada por ti que conozco? A mí. No hay límite para el amor que Dios muestra a través de cada Doctor, Enfermera, intérpretes. Todos nos estamos convirtiendo en los mejores, tomando nuestro dolor y transformando eso en el amor más puro que tenemos, el amor por los demás.
Así que gracias VIMM por abrirme tu corazón, por ayudarme a crecer, por todos los amigos que he hecho, las lágrimas, las alegrías, las risas, la comida más deliciosa, gracias porque me han ayudado a soñar fuera de la zona de confort, ustedes son la razón por la que he sido voluntaria durante 5 años con todas las brigadas que vinieron a Olanchito, soy mejor que ayer y estoy cerca de ser la mejor versión de mí misma cada día.
– Victoria Soledad