Cuando el mítico rey griego Edipo se dio cuenta de que había asesinado a su padre y se había casado con su madre, se arrancó los ojos. Pero en la vida real, la autoenucleación es una consecuencia rara pero devastadora de la psicosis no tratada.
La «autoenucleación», o la extracción de los propios ojos, ocurre en muy raras ocasiones. Cuando lo hace, a menudo se ha explicado a la luz del mito de Edipo o del versículo bíblico Mateo 5:29, que dice: «Y si tu ojo derecho te ofende, sácalo y échalo de ti».
De hecho, una nueva investigación descubre que la culpa sexual o religiosa rara vez está detrás de la autoenucleación. Los psiquiatras australianos Olav Nielssen, de la Universidad de Sydney, y Matthew Large, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, publican en la revista British Journal of Ophthalmology que sólo una cuarta parte de los casos de autoenucleación están relacionados con la culpa. También se dan casos en culturas no cristianas y no occidentales, en las que el evangelio de Mateo y el mito edípico desempeñan un papel cultural escaso o nulo.
Casi siempre, sin embargo, las víctimas de la autoenucleación refieren alucinaciones o delirios de que sus ojos son un peligro para ellos o para los demás. En muchos casos, los pacientes padecen esquizofrenia no tratada.
«Cada caso es inquietante y quizá no sea sorprendente que los médicos hayan tratado de explicar el comportamiento de los pacientes en los marcos seguros de sus creencias religiosas y culturales», escribieron los investigadores. Pero, de hecho, escribieron, los médicos deberían recetar inmediatamente antipsicóticos a los pacientes que han intentado sacarse los ojos, aunque no se haya diagnosticado una enfermedad mental.
La autoenucleación es poco frecuente, con sólo unos 50 casos recogidos en las revistas médicas en los últimos 50 años. Nielssen y Large sitúan la tasa de autoenucleación en aproximadamente 1 de cada 30 millones de personas en todo el mundo. En algunos casos, escribieron, las personas que han sido hospitalizadas por intentos de mutilación ocular consiguen arrancarse los ojos en el hospital, lo que pone de manifiesto la necesidad de una supervisión constante e incluso de sujetar el brazo hasta que los antipsicóticos empiecen a hacer efecto.
Incluso la extirpación de un ojo puede tener amplios efectos, incluida la pérdida completa de la visión si el daño del nervio óptico es lo suficientemente extenso. Otras complicaciones que se han notificado son hemorragias cerebrales, fugas del líquido que amortigua el cerebro y daños en la glándula pituitaria cercana.
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