Debido a que la mayoría de los secuestradores tampoco son sádicos, sino que cometen actos de violencia sólo porque están tan desesperados por secuestrar a un niño, son capaces de racionalizar la violencia, dijo el Dr. Prentky. Como los secuestradores se sienten tan obligados a forzar a los niños, son capaces de convencerse a sí mismos de que sus víctimas querían tener relaciones sexuales o de que alguna otra persona les obligó a usar la violencia.
Algunos secuestros pueden comenzar como delitos menos complicados, más parecidos a los miles de abusos sexuales a menores que se producen cada año, en los que las víctimas son atraídas a coches o callejones durante un tiempo tan corto que ni siquiera se consideran realmente desaparecidas, dijo el Sr. Lanning. Pero en algunos casos, los acontecimientos se tuercen. Alguien interrumpe el crimen, tal vez, y el agresor entra en pánico.
»Lo que puede ocurrir entonces es análogo a la historia de Lennie en ‘De ratones y hombres», dijo el Dr. Prentky. »Si un hombre poderoso de 90 kilos trata de someter a un niño asustado y gritón de 90 kilos, puede herir gravemente al niño sin quererlo.»
Incluso los secuestradores que son sádicos presentan diferencias. Algunos hombres secuestran niños con fines sexuales y acaban matándolos, dijo el Sr. Lanning, mientras que otros secuestran niños por la emoción de matarlos y acaban teniendo relaciones sexuales con ellos.
A menudo se dice que los secuestradores son personas que ellos mismos sufrieron abusos cuando eran niños. Un estudio realizado por el Dr. Prentky descubrió que el 71% había tenido experiencias de agresión sexual en la infancia o la adolescencia. Sin embargo, el porcentaje de agresores no secuestradores que fueron abusados de niños se acercó al 100 por ciento, dijo el Dr. Prentky.
Un tercio de los secuestros se llevan a cabo con un propósito distinto a la agresión sexual, dijo el Dr. Finkelhor. A veces, los niños son secuestrados para pedir un rescate o porque quedan atrapados en otro delito, como el robo de coches, cuando un secuestrador se marcha con un niño en el asiento trasero. En otras ocasiones, los niños quedan atrapados en la violencia de las bandas, a veces como actos de venganza.
El mes pasado, en Filadelfia, Erica Pratt, de 7 años, fue secuestrada por unos hombres que pidieron 150.000 dólares de rescate. La policía sospechó que el secuestro podría tener su origen en una disputa entre traficantes de drogas. Erica escapó tras masticar la cinta adhesiva que la ataba de pies y manos.