Ansiedad, sentimiento de temor, miedo o aprensión, a menudo sin una justificación clara. La ansiedad se distingue del miedo porque este último surge en respuesta a un peligro claro y real, como el que afecta a la seguridad física de una persona. La ansiedad, por el contrario, surge en respuesta a situaciones aparentemente inocuas o es el producto de conflictos emocionales subjetivos e internos cuyas causas pueden no ser evidentes para la propia persona. Una parte de la ansiedad surge inevitablemente en el curso de la vida cotidiana y se considera normal. Pero la ansiedad persistente, intensa, crónica o recurrente que no se justifica como respuesta a las tensiones de la vida real suele considerarse un signo de trastorno emocional. Cuando dicha ansiedad es evocada de forma irracional por una situación u objeto específico, se conoce como fobia. Una ansiedad difusa o persistente asociada a ninguna causa o preocupación mental concreta se denomina ansiedad general, o flotante.
Hay muchas causas (y explicaciones psiquiátricas) para la ansiedad. El neurólogo austriaco Sigmund Freud consideraba la ansiedad como la expresión sintomática del conflicto emocional interno que se produce cuando una persona suprime (de la conciencia) las experiencias, los sentimientos o los impulsos que son demasiado amenazantes o perturbadores para vivir con ellos. También se considera que la ansiedad surge de las amenazas al ego o la autoestima del individuo, como en el caso de un rendimiento sexual o laboral inadecuado. Los psicólogos conductuales consideran que la ansiedad es una respuesta aprendida a los acontecimientos aterradores de la vida real; la ansiedad producida se vincula a las circunstancias circundantes asociadas a ese acontecimiento, de modo que esas circunstancias llegan a desencadenar la ansiedad en la persona independientemente de cualquier acontecimiento aterrador. Los psicólogos sociales y de la personalidad han señalado que el mero hecho de evaluar los estímulos como amenazantes o peligrosos puede producir o mantener la ansiedad.
Un trastorno de ansiedad puede desarrollarse cuando la ansiedad no se controla suficientemente, caracterizándose por un estado continuo o periódico de ansiedad o miedo difuso que no se limita a situaciones u objetos definidos. La tensión se expresa con frecuencia en forma de insomnio, arrebatos de irritabilidad, agitación, palpitaciones del corazón y temores de muerte o locura. A menudo se experimenta fatiga como resultado del excesivo esfuerzo realizado para controlar el miedo angustioso. En ocasiones, la ansiedad se expresa de forma más aguda y da lugar a síntomas fisiológicos como náuseas, diarrea, polaquiuria, sensación de ahogo, dilatación de las pupilas, sudoración o respiración acelerada. Indicios similares se dan en varios trastornos fisiológicos y en situaciones normales de estrés o miedo, pero pueden considerarse neuróticos cuando se producen en ausencia de cualquier defecto o patología orgánica y en situaciones que la mayoría de las personas manejan con facilidad.
Otros trastornos de ansiedad son el trastorno de pánico, la agorafobia, los trastornos por estrés y estrés postraumático, el trastorno obsesivo-compulsivo y la ansiedad generalizada.