El Dalai Lama conmemoró el sábado el 80º aniversario de su entronización como líder espiritual del Tíbet, un cargo ejercido casi en su totalidad en el exilio y como blanco de constantes vilipendios por parte del Estado chino.

A cientos de kilómetros del imponente Palacio de Potala de Lhasa, de 1.000 habitaciones, el monje con sandalias atiende ahora a sus compañeros tibetanos exiliados desde Dharamsala, en las estribaciones del Himalaya indio.

Sigue siendo el rostro universalmente reconocido del movimiento por la autonomía tibetana, pero la atención mundial de la que gozaba tras ganar el Premio Nobel de la Paz en 1989 se ha atenuado y el aluvión de invitaciones para codearse con líderes mundiales y estrellas de Hollywood ha disminuido.

En parte porque el anciano líder ha recortado su agotadora agenda de viajes, pero también por el creciente peso económico y político de China.

Pekín acusa al Dalai Lama, de 84 años, de querer dividir China, y se refiere a él regularmente como un «lobo con túnica de monje».

Su oficina dijo que no habría conmemoración del aniversario y un evento de enseñanza programado para marzo -que normalmente atraería a devotos de todo el mundo- ha sido cancelado por temor al coronavirus.

Nacido en el seno de una familia de campesinos en la aldea tibetana de Taksar el 6 de julio de 1935, fue identificado como la encarnación del líder religioso supremo del budismo tibetano a la edad de dos años tras escoger objetos que pertenecían a su predecesor.

Se le dio el nombre de Jetsun Jamphel Ngawang Lobsang Yeshe Tenzin Gyatso -Santo Señor, Gentil Gloria, Compasivo Defensor de la Fe y Océano de Sabiduría- y dos años después llegó a Lhasa donde fue entronizado formalmente como el 14º Dalai Lama.

En 1950, a la edad de 15 años, fue entronizado apresuradamente como jefe de Estado después de que el ejército chino invadiera el Tíbet.

Durante los siguientes nueve años intentó mantener a los tibetanos fuera de peligro. Pero el esfuerzo fracasó en 1959, cuando China aplastó un levantamiento popular.

Temiendo por su vida, el joven monje atravesó el Himalaya acompañado de un séquito de 37 personas, y cruzó al exilio en la India.

Allí estableció un gobierno en el exilio y lanzó una campaña para reclamar el Tíbet que evolucionó gradualmente hasta convertirse en un llamamiento a una mayor autonomía, el llamado enfoque de la «vía media».

– ¿Sucesor? –

No está claro cómo, o incluso si, se nombrará al sucesor del actual Dalai Lama, pero pocos líderes religiosos han tenido que pensar tanto en el asunto.

La práctica centenaria requiere que los monjes mayores entrevisten a veces a cientos de chicos jóvenes para ver si reconocen objetos que pertenecieron al Dalai Lama y elegir a uno como reencarnación.

Pero el decimocuarto Dalai Lama anunció en 2011 que podría ser el último, tratando de adelantarse a cualquier intento de China de nombrar a su propio sucesor.

Las negociaciones formales con Pekín se rompieron en 2010 tras no lograr ningún avance.

Al año siguiente, el Dalai Lama anunció que se retiraba de la política, poniendo fin a siglos de tradición tibetana para dar paso a un nuevo líder elegido por los tibetanos exiliados de todo el mundo.

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