Edward Jenner (1749-1823), un médico de Gloucestershire en Inglaterra, es ampliamente considerado como el «padre de la vacunación» (Hito 2). Sin embargo, los orígenes de la vacunación se sitúan más atrás en el tiempo y también más lejos. De hecho, en la época en que Jenner relató su famosa historia sobre la inoculación de la viruela de las vacas al joven James Phipps y la posterior demostración de inmunidad a la viruela, el procedimiento de «variolación» (denominado entonces «inoculación»), por el que se extrae pus de una ampolla de viruela y se introduce en un rasguño en la piel de una persona no infectada para conferirle protección, ya estaba bien establecido.

La variolación había sido popularizada en Europa por la escritora y poeta Lady Mary Wortley Montagu, más conocida por sus «cartas desde el Imperio Otomano». Como esposa del embajador británico en Turquía, había presenciado por primera vez la variolación en Constantinopla en 1717, lo que mencionó en su famosa «carta a un amigo». Al año siguiente, su hijo fue variolado en Turquía, y su hija recibió la variolación en Inglaterra en 1721. En un principio, el procedimiento suscitó mucha resistencia, hasta el punto de que la primera variolación experimental en Inglaterra (incluyendo el posterior desafío de la viruela) se llevó a cabo en prisioneros condenados, a los que se prometió la libertad si sobrevivían (lo hicieron). No obstante, el procedimiento no estaba exento de peligro y los posteriores y destacados varioladores ingleses idearon diferentes técnicas (a menudo mantenidas en secreto) para mejorar la variolación, antes de que fuera sustituida por la «vacunación» contra la viruela de las vacas, mucho más segura, tal y como la describió Jenner.

¿Pero cómo surgió la variolación en el Imperio Otomano? Resulta que en la época de la carta de Lady Montagu a su amiga, la variolación, o más bien la inoculación, se practicaba en varios lugares del mundo. En 1714, el Dr. Emmanuel Timmonius, residente en Constantinopla, había descrito el procedimiento de inoculación en una carta que acabó siendo publicada por las Transacciones Filosóficas de la Royal Society (Londres). Afirmaba que «los circasianos, georgianos y otros asiáticos» habían introducido esta práctica «entre los turcos y otros en Constantinopla». Su carta suscitó la respuesta de Cotton Maher, un ministro de Boston (EE.UU.), que informó de que su siervo Onésimo se había sometido al procedimiento cuando era niño en lo que hoy es el sur de Liberia (África). Además, dos médicos galeses, Perrot Williams y Richard Wright, informaron de que la inoculación era bien conocida en Gales y se había practicado allí desde al menos 1600.

Patrick Russell, un médico inglés que vivía en Alepo (entonces parte del Imperio Otomano), describió sus investigaciones sobre los orígenes de la inoculación en una carta escrita en 1786. Había buscado la ayuda de historiadores y médicos, que coincidían en que la práctica era muy antigua, pero que faltaba por completo en los registros escritos. No obstante, parece que en aquella época la inoculación se practicaba de forma independiente en varias partes de Europa, África y Asia. El uso de la aguja (y a menudo de pinchazos en forma circular) era una característica común, pero en algunos lugares se utilizaban otras técnicas: por ejemplo, en Escocia se envolvía lana contaminada de viruela (un «hilo pocky») alrededor de la muñeca del niño, y en otros lugares se colocaban costras de viruela en la mano del niño para conferirle protección. A pesar de las diferentes técnicas empleadas, el procedimiento recibía el mismo nombre – «comprar las costras»-, lo que implica que la inoculación puede haber tenido un único origen.

Se han sugerido dos lugares en particular como el «lugar de nacimiento de la inoculación» original: India y China. En China, los relatos escritos sobre la práctica de la «insuflación» (soplar el material de la viruela en la nariz) datan de mediados del siglo XV. Sin embargo, se afirma que la inoculación fue inventada alrededor del año 1000 por un monje o monja taoísta o budista y que se practicaba como una mezcla de medicina, magia y hechizos, amparada por un tabú, por lo que nunca se escribió.

Mientras tanto, en la India, los relatos del siglo XVIII sobre la práctica de la inoculación (con una aguja) se remontan a Bengala, donde aparentemente se había utilizado durante muchos cientos de años. También se afirma que la inoculación se había practicado de hecho en la India durante miles de años y se describe en antiguos textos sánscritos, aunque esto ha sido rebatido.

Dadas las similitudes entre la inoculación tal y como se practicaba en la India y en el Imperio Otomano, puede ser más probable que la variolación, tal y como la describió Lady Montagu, tuviera sus raíces en la India, y puede haber surgido en China de forma independiente. Sin embargo, dado que los relatos antiguos sobre la inoculación en la India son controvertidos, también es posible que el procedimiento se inventara en el Imperio Otomano y se extendiera a lo largo de las rutas comerciales de África y Oriente Medio hasta llegar a la India.

Independientemente del origen geográfico, la historia de la inoculación acabó conduciendo a uno de los mayores logros médicos de la humanidad: la erradicación de la viruela en 1980. Y, por supuesto, inspiró el desarrollo de vacunas para muchas más enfermedades infecciosas, convirtiendo este planeta en un lugar mucho más seguro.

Más información

Boylston, A. The origins of inoculation. J. R. Soc. Med. 105, 309-313 (2012).

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