Si has visitado Chichen Itzá, Cobá u otras ruinas mayas, probablemente hayas visto las canchas de Pok Ta’ Pok donde se jugaba este tradicional juego de pelota prehispánico. Los jugadores, en equipos de dos o cuatro, trataban de mantener una pelota de goma, que pesaba hasta 4 kg, fuera del suelo y a través de un aro vertical en el centro de la cancha, golpeándola sólo con las caderas y, según algunos informes, con otras partes del cuerpo, como las rodillas, los codos y la cabeza… ¡ay!

A veces se le llama baloncesto maya, pero en realidad no se parece en nada al baloncesto. Mientras los jugadores se empujaban para evitar que la pelota tocara el suelo, algunos historiadores dicen que a los capitanes de los equipos se les permitía utilizar un palo para golpear la pelota a través del anillo de piedra mientras corrían por la línea lateral y el borde de las paredes, por encima de la cancha. Los equipos se jugaban literalmente la vida para ganar el juego, que era a la vez un ritual y un deporte.

Hay versiones contradictorias sobre si eran los ganadores o los perdedores los que perdían la vida, pero en cualquier caso, el juego no era para los débiles de corazón. Tiene sentido que al final del juego, el capitán del equipo perdedor decapitara al capitán del equipo ganador, después de todo, sacrificio significa «hacer sagrado» y era un honor ser sacrificado en la antigua cultura maya. Así que sería apropiado que el mejor jugador fuera sacrificado.

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