Dirigido por investigadores de la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York, el estudio demostró que los ratones macho se esforzaban por tener sexo en experimentos en los que se bloqueaban las señales de un grupo de células de la amígdala que se comunica con el hipotálamo (células de señalización MPN). En cambio, cuando se reforzaron las mismas señales, los animales no sólo fueron capaces de aparearse, sino que cortejaron repetidamente a las hembras no receptivas, algo que no harían normalmente.

De forma similar, cuando se bloqueó la acción de un segundo grupo celular de la amígdala que también se comunica con el hipotálamo (células de señalización VMHvl), los roedores atacaron a los machos desconocidos con la mitad de frecuencia. Cuando estas mismas neuronas se activaron, los ratones se volvieron inusualmente agresivos, incluso atacando a sus compañeras y a los machos conocidos.

«Nuestros hallazgos aportan nuevos conocimientos sobre el papel crucial que desempeña la amígdala posterior en la conducción de los comportamientos sociales masculinos, como el sexo y la agresión», afirma el autor principal del estudio, el doctor Takashi Yamaguchi, becario postdoctoral en la NYU Langone Health y su Instituto de Neurociencia.

Las investigaciones anteriores sugerían el papel de la amígdala en la regulación de las conductas sociales, pero hasta ahora los expertos no habían descubierto su función precisa en las conductas sexuales. En cambio, los investigadores se habían centrado en el vecino hipotálamo, donde se encuentran las estructuras MPN y VMHvl, como regulador cerebral del apareamiento y la lucha.

La nueva investigación, que se publica en línea el 27 de julio en la revista Nature Neuroscience, es la primera en descubrir dos grupos distintos de células que facilitan la comunicación entre la amígdala posterior y las partes del hipotálamo responsables del sexo y la agresión, dice Yamaguchi. También aporta pruebas clave de que la amígdala posterior ejerce una influencia «tremenda» sobre el comportamiento social, añade.

Para el estudio, los investigadores observaron la actividad de las células cerebrales en más de 100 ratones machos que montaban y peleaban. Los autores midieron la frecuencia con la que las células nerviosas disparaban señales de forma natural a lo largo del día de los animales. Descubrieron que las células de señalización MPN eran más activas durante las relaciones sexuales, mientras que las células de señalización VMHvl eran más activas durante los enfrentamientos con otros machos. Para cada uno de los dos grupos de células, los investigadores suprimieron o activaron las neuronas y observaron la frecuencia con la que los ratones intentaban montar una pareja o atacar a un macho extraño colocado en su recinto.

«Nuestra nueva comprensión de qué células impulsan los comportamientos sexuales y agresivos debería ayudarnos a elegir mejores objetivos cerebrales a la hora de diseñar futuros tratamientos para los trastornos psiquiátricos», afirma el investigador principal del estudio, el doctor Dayu Lin, profesor asociado de la NYU Langone y su Instituto de Neurociencia.

Aún así, Lin advierte que gran parte de la estructura de la amígdala posterior sigue siendo poco conocida y que los investigadores todavía tienen que determinar cómo estos hallazgos podrían trasladarse a los cerebros humanos. Su equipo también tiene previsto estudiar cómo interactúan los dos grupos de células nerviosas en el cerebro de roedores hembra.

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