Nombre aplicado en la Instrucción General del Misal Romano (IGMR) al salmo que sigue a la primera lectura (del Antiguo Testamento) en la revisión de 1969 del Rito Romano de la Misa. Originalmente, el salmo era interpretado por el cantor y la asamblea en alternancia, de la siguiente manera: un cantor cantaba versos del salmo, y la asamblea respondía a ellos con un estribillo fijo. Cuando la música se hizo más elaborada, el estribillo consistía sólo en la parte final del responsorio y se llamaba repetenda. La forma musical y textual era la siguiente: R, V1, R, V2, R, etc. Su función litúrgica era la de un asentimiento meditativo a la lectura bíblica precedente. Así, el gradual y el aleluya eran originalmente cantos responsoriales. En la Edad Media, el antiguo salmo responsorial evolucionó hasta convertirse en una pieza musical muy estilizada que era cantada por el coro o el cantor sin ninguna respuesta de la congregación.

La revisión del Rito Romano de la Misa de 1969 restauró la antigua práctica de cantar el salmo responsorial como «parte integrante de la liturgia de la palabra». (GIRM 19). La IGMR 20 insiste en que «por regla general, el salmo responsorial debe ser cantado». Continúa explicando que hay «dos formas establecidas de cantar el salmo después de la primera lectura: responsorialmente y directamente. En el canto responsorial, al que, en la medida de lo posible, debe darse preferencia, el salmista, o cantor del salmo, canta el versículo del salmo y toda la congregación se une cantando la respuesta. En el canto directo del salmo no interviene la comunidad; o bien el salmista, o el cantor del salmo, canta el salmo solo mientras la comunidad escucha, o bien lo cantan todos juntos» (IGMR 20). Para reforzar la comprensión de que el salmo responsorial es «parte integrante de la liturgia de la palabra», la Instrucción General prescribe que el salmo responsorial «sea cantado o recitado por el salmista o el cantor en el ambón» (IGMR 22).

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